15 María, la Madre
15º
encuentro de padres: María, la Madre
1. Objetivo: descubrir a María como modelo de nuestra
fe, que hace posible la acción salvadora de Dios.
La Virgen María es quien abrió totalmente los brazos y el corazón
para recibir la plenitud del don de Dios, y por todo eso es:
-
modelo de todo varón y mujer que se deja amar por Dios, el modelo de la humanidad que reconoce que todo lo debe a Dios.
-
modelo de todo cristiano: abierta a la palabra de Dios, al servicio de Cristo, transmisora del amor servicial (agápico) de Dios para sus hermanos...
Creer en la Encarnación es creer que el Hijo de Dios no viene del cielo en una nube: Dios se hace hombre entrando de lleno en la historia humana como entramos todos, a través y gracias a la mujer (Gal.4,4). María es la mujer asociada en forma única a los designios del Padre, su fe permite que se realice en ella la obra del Espíritu Santo (Lc.1,45)
2.
Comencemos preguntando: ¿Quién
es María para la mayoría de las personas?
(costumbres, devociones...)? Leamos después “Los profetas habían
anunciado...” (1).
Los profetas de
Israel habían ido plasmando la esperanza del pueblo. El pueblo hizo
suya esa esperanza, y fue "releyendo" las antiguas
profecías...
"Una virgen
dará a luz..." Los poetas de Israel solían llamar a las
ciudades importantes y a las capitales "hija de..." o
"Virgen hija de...". Isaías está anunciando el nacimiento
del piadoso rey Ezequías (en oposición a Acaz, que se fiaba más
del ejército egipcio que de Dios); y la "Virgen" por
supuesto no es su madre, sino Jerusalén, llamada en otros lugares
esposa o novia de Dios.
Pero con el tiempo,
se reflexionó también sobre esta palabra, virgen. ¿Por qué se
llamaba así a la ciudad santa, a la Jerusalén que debía ser? Es
que a diferencia de las otras naciones que tienen dueños humanos y
que siguen el destino común que les trazó la naturaleza, la
fecundidad de Israel (su éxito como nación) sólo tiene por autor y
causa a Dios: espera de Dios su salvación.
Cuando los profetas
vuelvan a hablar de la virgen hija de Sión, se referirán al pueblo
de los creyentes (Sof.3,14; Zac.2,14; 9,9) que espera la venida de
Dios.
El creyente es
virgen cuando reserva para Dios su corazón y no lo llena de ningún
ideal idolátrico pensado por los hombres (Apoc.14,5).
En resumen, Isaías
anuncia que Dios se hace presente en la vida de los hombres, cuando
un corazón virgen le permite entrar en su vida...
Al aplicar la
antigua profecía a María, la tradición cristiana va a expresar que
precisamente en ella, la madre de Jesús, la señal anunciada por
Dios se había verificado plenamente. Su corazón estuvo - sin mancha
alguna - totalmente disponible para Dios (Inmaculada Concepción); y
así la gracia (la plenitud de vida creadora) de Dios la pudo habitar
plenamente y hacerla fecunda con el fruto máximo del amor de Dios
para con los hombres: su propio Hijo.
3. Veamos ahora cómo nos presenta el evangelio la figura de María:
la Iglesia reconoce el amor del Padre dando vida en María; por medio
de ella Dios se hace hombre para siempre; y es en ella, la primera de
las creyentes, donde se pone de manifiesto la acción del Espíritu
de Dios (en todo el tema remarcar que esto mismo, salvadas las
distancias, es lo que Dios quiere hacer en cada hombre... María por
sobre todo las cosas, es modelo de nuestra vida cristiana; en ella
brilla el rostro materno de Dios...)
Leemos Lc.1,26-38 y destacamos:
María es aquella que escuchó la palabra de Dios, la dejó resonar
dentro de si desde las primeras palabras del ángel hasta las últimas
de Jesús en la cruz.
María pudo escuchar porque hizo silencio, reflexionó y meditó en
su corazón la propia vida, para descubrir en ella lo que Dios iba
haciendo...
María es modelo de una respuesta incondicional a Dios, en la línea
de Abraham... esa respuesta, la fé, el sí, es esencialmente un
ponerse a disposición del plan de Dios.
Respondemos a la pregunta (3) y lo asumimos como compromiso.
4. ¿Y que nos propone Dios a nosotros? Veamos Lc.1,39-55.
Reflexionemos el texto con las preguntas de la ficha. (4)
5. Esta es la ocasión para rezar por primera vez el Dios te salve
y enseñarlo a los chicos aclarando que la primera parte es un
resumen de las palabras del ángel y de Isabel y la segunda fue
añadida por el pueblo cristiano para pedir la intercesión de la
madre de Jesús que es reconocida como madre de todos.
6. Leemos en la reunión o recomendamos leer en casa el punto 6.
Lectura
complementaria
¿Puede
aparecerse la Virgen María?
Este es el título de un librito publicado por Editorial San Pablo,
del biblista Ariel Alvarez Valdés, nacido en Santiago del Estero.
Licenciado en teología bíblica con la máxima distinción en la
Facultad franciscana de Jerusalén. Transcribimos una parte de sus
reflexiones como aporte para una respuesta a la consulta planteada.
Un
fenómeno antiquísimo
De vez en cuando los diarios y las revistas nos sorprenden con
la noticia de que la Virgen María se apareció en alguna parte del
mundo y que reveló ciertos mensajes a la persona que tuvo la suerte
de verla.
Unos reaccionan de una manera incrédula.
Otros admiten el hecho como cierto, y algunos no sólo aceptan estas
revelaciones y mensajes, sino que los convierten en el centro de su
espiritualidad y en motivo de reflexión permanente.
El primer caso que conocemos ocurrió en el siglo III, y es el de
san Gregorio Taumaturgo, obispo de Neocesarea, en el Asia Menor (+
270), a quien la Virgen se le habría presentado para instruirlo y
enseñarle algunos misterios de la fe que él ignoraba.
Tres siglos más tarde, el papa san Gregorio Magno (+ 604) cuenta
que María se le apareció a una niña, de noche, para anunciarle su
próxima muerte.
También de san Martín de Tours (+ 397) y san Ildefonso de Toledo
(+ 567) se dice que habían experimentado manifestaciones de la Madre
de Jesús durante sus vidas.
El caso más impresionante de esta época es el que se cuenta de san
Juan Damasceno (+ 749), a quien la Virgen se le habría aparecido
para devolverle la mano derecha, cortada por el gobernador de Damasco
.
El
auge de las profecías
Fue durante la Edad Media cuando se produjo la verdadera
proliferación de visiones y profecías.
A lo largo de este tiempo pulularon las predicciones, los videntes,
las leyendas de apariciones, los relatos de milagros y las crónicas
maravillosas.
Muchas eran exageraciones carentes de valor, y algunas resultaban
tan fantasiosas que un teólogo del siglo XIJI, el franciscano David
de Augsburgo (+ 1272), se quejaba: "Parece que la revelación de
cosas secretas y futuras es cada vez más común y seduce a numerosas
personas, que creen que viene del Espíritu Santo lo que en realidad
es invento de su propia sugestión, o de una inclinación errónea.
Ya estamos cansados de tantas profecías".
Y san Nilo ( + 1005), con mayor dureza, sostenía: "El tener
apariciones es indicio de soberbia espiritual".
A pesar de las voces criticas que se alzaban contra estas visiones,
hubo muchas santas en este tiempo cuyas revelaciones ejercieron gran
influencia entre la gente.
Así, además de santa Juana de Arco (+ 1431) con sus voces y
visiones, fueron muy aceptadas y leídas las profecías de santa
Gertrudis (+ 1302), santa Angela de Foligno (+ 1309), santa Catalina
de Siena (+1380) y santa Brígida (+ 1373).
Las revelaciones de esta última fueron de tal trascendencia, que
afines de la Edad Media se las equiparaba casi a las Sagradas
Escrituras.
La
disputa de los teólogos
En el siglo XVI los abusos relacionados con las apariciones y
fenómenos extraordinarios eran realmente numerosos.
En muchas partes de Europa brotaban movimientos religiosos fundados
en creencias fantásticas e inclinados hacia lo maravilloso, lo
extraordinario e incluso lo esotérico.
La misma creencia popular llegó a venerar a numerosas místicas,
cuyas revelaciones y mensajes eran buscados con avidez y seguidos con
especial atención.
Frente a este panorama, los teólogos se dividieron en dos
posiciones contrapuestas: unos a favor y otros en contra de la
validez de estas revelaciones.
Entre los defensores se hallaba san Ignacio de Loyola (+ 1556), en
cuya vida los fenómenos exfraordinaríos serán fundamentales.
Entre los oponentes, por su parte, hubo grandes místicos de la
talla de san Juan de la Cruz (+ 1591), quien en su célebre libro
Subida al Monte Carmelo comentaba con severidad: Si la fe ya está
fundada en Cristo y en el Evangelio en esta era de gracia, no hay
para qué preguntar más. En Cristo, Dios ya dijo todo lo que tenía
que decir, y si alguien quisiera preguntarle a Dios, o buscara alguna
revelación o visión, no sólo cometería una necedad sino que
ofenderla a Dios. Pues Dios le podría responder: "Si ya te dije
todo en mi Hijo, ¿qué te puedo ahora revelar que sea más que eso?
Pon los ojos sólo en él, porque en él te lo he dicho todo"
(Subida al Monte Carmelo, Libro II, capftulo 22,5. )
En esta misma línea de pensamiento, la genial santa Teresa de Jesús
(+ 1582) aconsejaba a sus monjas que tenían revelaciones que no
hicieran tanto ayuno, y que comieran y durmieran bien, y así
dejarían de tener visiones. (Moradas del Castillo Interior, Morada
IV, capItulo 3,11-13.
Epistolarío, Carta 248, a la M. María de San José, en Sevilla,
párrafo 9; Carta 143, a la M. María Bautista de Valladolid, párrafo
8.)
La
decisión de un Concilio
Ante tantas opiniones encontradas, y como el panorama se mostraba
incierto ya que ambas posturas pretendían hacer prevalecer sus
argumentos, la Iglesia decidió tratar este asunto en un Concilio,
reunido en el año 1512 en la ciudad italiana de Letrán, y llamado
el VO Concilio de Letrán.
El Concilio, se inclinó más bien por el segundo grupo. A fin de
frenar los excesos y exageraciones que se daban, estableció que
correspondía al Papa decidir si una aparición de la Virgen se
consideraba auténtica o no, así como el autorizar su culto. Pero si
alguna necesidad urgente lo aconsejaba, también podía permitirlo el
obispo del lugar.
La decisión del Concilio no había respondido a la cuestión más
importante: ¿qué valor tenían estas revelaciones recibidas por
videntes particulares, en caso de ser aceptadas por la Iglesia?
¿Los creyentes estaban obligados a creer en ellas?
Se
aprueban pero no obligan
Será el cardenal Próspero Lambertini, un teólogo excepcional y
uno de los hombres más eruditos de su tiempo (más tarde nombrado
papa con el nombre de Benedicto XIV), quien dará la respuesta
definitiva a este problema.
En 1738, dos años antes de ser nombrado pontífice, publicó un
voluminoso tratado, titulado La beatificación de los Siervos de
Dios.
En él distinguía dos clases de revelaciones: la revelación
pública y la privada.
Se llama revelación pública a la que Dios hizo al pueblo de Israel
a lo largo de su historia.
Comenzó con Abraham (hacia el año 1800a.C.) y terminó con la
muerte de Jesucristo y la de sus apóstoles (alrededor del año 100
d.C.).
Es decir, esta revelación duró unos 1900 años, y ya ha concluido.
Actualmente está recogida en la Biblia, y se la considera
obligatoria e imprescindible para la vida y la salvación de
cualquier creyente cristiano. Por eso se le da el nombre de
revelación "pública".
Si uno desconociera estos mensajes, no podría decir seriamente que
es cristiano.
Pero aparte de esta revelación, puede suceder que Dios, la Virgen o
algún santo quieran revelarle aun creyente algún mensaje personal.
Esta clase de revelación, entonces, se llama revelación "privada",
porque ha sido hecha en el ámbito privado de la persona.
Y aquí viene lo importante: dice Benedicto XIV en su obra que a las
revelaciones privadas "aunque hayan sido aprobadas por la
Iglesia, no se les debe atribuir un asentimiento obligatorio. Por lo
tanto, uno puede rechazarlas y negarse a aceptarlas"
En otras palabras, el Papa sostiene que nadie está obligado a creer
en ninguna revelación privada de la Virgen, por más seria y
venerable que parezca.
Y aun cuando alguna devoción fuera aprobada y reconocida por la
Iglesia, no por ello los mensajes que la acompañan se convierten en
revelación pública, es decir, obligatoria para la fe de los
cristianos.
Las
grandes apariciones
Al llegar al siglo XIX, entramos en la época de las grandes
apariciones marianas, cuyas devociones no sólo comienzan a ser
autorizadas por los obispos locales sino incluso recomendadas por los
Romanos Pontífices.
En 1803, se producen tres manifestaciones de la Virgen a Catalina
Labouré, una novicia de 23 años, en París, que darán origen a la
devoción de la Medalla Milagrosa.
Como ella se negó a dar testimonio, estas apariciones nunca fueron
aprobadas oficialmente. Pero de un modo tácito fueron aceptadas por
la Iglesia, y la devoción a la Medalla Milagrosa se difundió por
todo el mundo.
En 1846, en el pueblito de La Salette (Francia), dos pastores de 11 y
14 años vieron a Nuestra Señora que lloraba, e invitaba a la
conversión de los pecadores. En esta visión la Virgen les comunicó
un secreto.
En 1858, ocurrieron 18 apariciones, en el pueblito de Lourdes
(Francia), a Bernadette Soubirous, una adolescente analfabeta de 14
años.
En 1917, en Fátima (Portugal), a tres pastorcitos de 10, 9 y 8 años
se les presentó la Virgen en seis portunidades, y terminó
revelándoles tres mensajes secretos
Como onda expansiva, estas devociones se fueron propagando por todas
partes entre los fieles, que acudieron en masa a los santuarios para
rendir culto a la Madre de Dios.
junto con ellas se propagó también, el afán de videncia y de
contacto con lo sobrenatural.
De manera que entre 1928 y 1975 se pudieron contar 255 apariciones
de la Virgen en distintas partes del mundo. Italia fue el lugar más
prolífico (con 83 apariciones). Le siguieron Francia (con 30
apariciones), Alemania (con 20 apariciones) y Bélgica (con 17
apariciones).
A partir de 1975 las manifestaciones de la Virgen. lejos de
disminuir, aumentaron en forma considerable, hasta en los lugares más
remotos de la Tierra.
Actualmente ya no es extraño conocer en nuestro medio a personas
que se presentan portando mensajes y revelaciones de Nuestra Señora
para los creyentes.
No
todo viene de Dios
¿Qué actitud
debemos tomar nosotros frente a un mensaje supuestamente revelado por
María?
En los casos en que la Iglesia no se pronuncia oficialmente (es
decir, el 90% de las veces, ya que conserva sobre ello una extrema
prudencia), ¿podemos nosotros averiguar si una determinada visión
tiene cierta seriedad o es mera sugestión del vidente? No solamente
podemos, sino que debemos hacerlo.
El Nuevo Catecismo de la Iglesia Católica dice al
respecto: A lo largo de los siglos hubo revelaciones llamadas
privadas, algunas de las cuales han sido reconocidas por la autoridad
de la Iglesia. Sin embargo, no pertenecen al depósito de la fe.
Guiados por el Magisterio de la Iglesia, los fieles deben discernir y
acoger lo que en estas revelaciones constituye una llamada auténtica
de Cristo o de sus santos a la Iglesia (Nº 67).
El Nuevo Catecismo, nos advierte dos cosas:
a) que no todo el que dice recibir revelaciones
sobrenaturales las recibe realmente, ni todos los mensajes que se
anuncian vienen necesariamente de Dios; muchos son producto de la
imaginación de tales personas. Por eso advierte que hay que
"discernir", es decir, distinguir entre las que son
auténticas y las que no lo son.
b) que esta tarea le corresponde a los fieles (guiados por
el Magisterio de la Iglesia).
Por lo tanto, no debemos esperar que sobre cada mensaje que circula
de la Virgen María se pronuncie oficialmente la jerarquía de la
Iglesia, sino que son los laicos quienes deben aprender a diferenciar
lo verdadero de lo falso.
Pero, ¿cómo discernir? ¿Cómo podemos saber si un mensaje proviene
realmente de la Virgen o es una fantasía de quien lo difundió?
¿Existe alguna regla práctica que se pueda aplicar? Sí, existe.
Pero antes de exponerla debemos hacer tres aclaraciones.
¿Puede
aparecerse la Virgen?
La primera aclaración, y siguiendo en esto a las Sagradas
Escrituras, es que jamás la Virgen Maria se le apareció a nadie, ni
podrá aparecérsele a ningún ser humano en este mundo.
¿Por qué no? Porque María ya ha muerto, ha resucitado, y entró en
la vida eterna. Y quien ha muerto y ha partido ya de este mundo, y ha
entrado en el más allá, no puede regresar físicamente aquí, ni
entrar en contacto corporal con quienes están vivos, ni comunicarse
sensiblemente con ellos.
Contra aquellos que piensan que la Virgen no habría sufrido la
experiencia de la muerte, el papa Juan Pablo II, en la audiencia
general del 25 de junio de 1997, dijo que quienes así piensan se
apartan de la tradición común deja Iglesia, que siempre ha
sostenido la muerte de María .
Ya el Antiguo Testamento, si bien aún no tenía una idea clara de la
vida del más allá, ni conocía la doctrina de la resurrección, al
menos si tiene una cosa en claro: que del más allá no se puede
volver (Sal 39,14; Job 10,21-22; 2 5am 14,14; 12,22-23; Dan 12,2; 2
Mac 7,9; 7,36; Sap. 16,14).
En el Nuevo Testamento, la parábola del rico epulón contada por
Jesús (en Lc 16,19-31) contiene una frase sugerente. Cuando el rico,
condenado en el infierno y atormentado le pide a Abraham que envíe a
Lázaro para que moje en agua la punta de su dedo y refresque su
lengua, Abraham le contesta que eso es imposible, porque entre
nosotros y ustedes hay un abismo inmenso, de manera que los que
quieren pasar de aquí a allí no pueden, ni de ahí se puede pasar a
donde estamos nosotros (v .26).
Incluso más adelante, en la misma parábola, el rico le pide a
Abraham que al menos mande a Lázaro a la tierra ( es decir, que
provoque una "aparición" de Lázaro) para que les advierta
a sus cinco hermanos lo terrible que es el infierno. Pero Abraham le
contesta que los que viven en la tierra ya tienen las Sagradas
Escnturas para enterarse. Si no se convencen por ella, no se
convencerán ni aunque resucite un muerto (v .27-31). Con lo cual
Jesús parece dejar traslucir, en su parábola, la idea de la
inutilidad de las "apariciones" .
Los muertos, pues, no pueden físicamente aparecerse nunca a nadie,
y mientras vivamos en la tierra jamás podremos ver, ni oír, ni
oler, ni palpar a éstos, pues no tienen ya un cuerpo físico como el
nuestro.
Por eso el Antiguo Testamento ya condenaba severamente todo intento
de comunicación física con los muertos (Lev 19,31; 20,6), lo
declaraba abominable para Dios (Deut 18,11-12), y hasta decretaba la
pena de muerte para quien lo intentaba (Lev 20,27).
Las Escrituras no alientan, pues, para nada esta comunicación
física o sensible con quienes se encuentran en el más allá.
Por su parte san Agustín escribe: Si las almas de los muertos
estuviesen entre las cosas de los vivos, mi piadosa madre (por, no
decir nada de otros), que me ha seguido por tierra y mar para vivir
conmigo, en ninguna noche me hubiera abandonado. Y por eso concluye
terminantemente que los difuntos no pueden presentarse en este mundo.
Entonces, ¿qué debemos decir de las manifestaciones marianas que se
han dado, y que aún siguen dándose entre nosotros?
Apariciones
y visiones
Para entenderlo, es
necesario distinguir entre apariciones y visiones.
Una "aparición" es un fenómeno objetivo, es decir, un
hecho de naturaleza física y corporal, que se produce fuera de
nosotros, y que por ello no depende de quien lo capta sino de quien
se presenta.
Pongamos un ejemplo. Si se reúne un grupo de personas en una
habitación y de pronto entra alguien por la puerta, todos los
presentes lo verán. Esa es una aparición, pues hay una presencia
física, exterior a quien la ve.
Pero si en ese mismo grupo de personas alguien comienza a decir:
"¡Veo a la Virgen, veo a la Virgen!" , y nadie más la
percibe, es indudablemente una visión , no una aparición. Para que
se trate de una aparición, el suceso debe producirse fuera de la
persona, y por lo tanto es capaz de ser percibido por todos.
Ahora bien, según esta distinción todos los fenómenos marianos que
se han dado en la historia han sido siempre "visiones", no
"apariciones".
En el de Lourdes, por ejemplo, la única en "ver" a la
Virgen fue la pequeña Bemadette. En el de Fátima o de La Salette, a
pesar de los muchos testigos presentes sólo los pastorcitos "vieron"
a la Señora. No fueron propiamente apariciones, sino visiones.
Por eso el papa Benedicto XIV, pedía que no se hablara más de
"apariciones" de la Virgen, sino de "visiones" .
El
día que el sol giró
¿Y qué sucede cuando un fenómeno de este tipo es visto no por uno
sino por muchos testigos, o incluso por todos los que se encuentran
presentes en un lugar, pero no por otros que deberían verlo? ¿Es
una aparición? Tampoco. Se trata simplemente de una visión
colectiva.
Por ejemplo, las cientos de personas que el 13 de octubre de 1917,
(último día de las manifestaciones de la Virgen de Fátima) dijeron
haber visto girar velozmente el sol en el cielo como si fuese una
bola de fuego, no contemplaron un hecho real sino una "visión",
aunque de tipo colectiva.
Podemos deducirlo, en primer lugar, porque en otros países vecinos
(España, Francia, Alemania), ese mismo sol estaba iluminando allí,
y nadie lo vio girar. Y en segundo lugar, porque de haber girado
realmente el sol en nuestro sistema solar se habría producido un
cataclismo cósmico.
Ahora bien, que estos hechos sean "visiones" no significa
necesariamente que se trata de delirios, ilusiones o desvaríos de
quienes las tengan. Pueden ser visiones realmente procedentes de
Dios.
No podemos negar que en ciertas ocasiones Dios influya sobre la
retina, o la sugestión, o la imaginación de alguna persona, y le
permita tener una experiencia divina cierta. Simplemente hay que
tener en claro que se trata de una "visión".
¿Para
quiénes son los mensajes?
La segunda aclaración que debemos hacer es que las revelaciones
marianas, cuando son auténticas, tienen como finalidad la
santificación ante todo del vidente.
Los casos de Lourdes (cuyos mensajes hicieron santa a Bernadette
Soubirous) y de Fátima (cuyos mensajes hicieron a Lucía abandonar
el mundo e ingresar como monja de clausura) lo ilustran perfectamente
.
Por eso el primer destinatario de los mensajes es la persona que los
recibió, no los demás. Ella es quien debe meditarlos, convertirse y
cambiar de vida. Sólo ella queda comprometida a vivir lo que los
mensajes piden.
En este sentido, la Iglesia considera con razón que el testimonio
de vida del vidente es la mejor prueba de la autenticidad de un
mensaje .
Pues si la Virgen quisiera dar un mensaje privado, pero destinado a
alguna otra persona, ¿por qué no se le presenta a ella
directamente? ¿Porqué debe emplear intermediarios, a veces dudosos,
y hacer así más difícil la aceptación del mensaje, e incluso con
el riesgo de que no les crean, cuando su intención es justamente
allanar los caminos hacia Dios ?
Podría decirse que algunos están más abiertos a lo trascendente
que otros. Pero si María tiene el grandioso poder de "mostrarse"
a alguien, puede hacerlo con cualquiera.
Sería absurdo, pues, que la Virgen diera un mensaje a una sola
persona para que lo acatara todo el mundo y más aún que hiciera
depender la salvación de la humanidad de que lo aceptara o no. Aún
cuando el vidente se lo propusiera, le resultaría imposible de
cumplir.
Las experiencias místicas deben servir más bien para santificar al
vidente. Y a través de su ejemplo, a los demás. Pero no
obligándolos a creer en los mensajes, que si bien le fueron útiles
a él, no necesariamente se adecuan a la espiritualidad de todo el
pueblo de Dios.
Cuando alguna revelación conlleva la orden de ser difundida y
obedecida en todas partes, es poco probable que sea auténtica.
Devoción
y revelación
El tercer punto que hay que aclarar es
que, cuando el Papa o un obispo, aprueban una determinada
manifestación de la Virgen María, lo que aprueban es la devoción,
o sea, el culto, el rezo bajo esa determinada forma. Pero no
significa que aprueben la visión, ni los mensajes subyacentes.
Al aprobar una devoción, la Iglesia simplemente constata que el
hecho de rezarle a María en ese lugar, bajo ese nombre, y con esas
características, no hace mal ni tiene desviaciones. Pero no asegura
de un modo infalible que las experiencias que le dieron origen hayan
sido auténticas.
La Iglesia, cuando acepta una devoción, no confirma la revelación
que la originó. Porque tiene bien en claro que las "devociones"
no hacen mal a nadie cuando están correctamente orientadas. En
cambio las revelaciones particulares muchas veces responden a las
necesidades espirituales de quien las experimentó, que no siempre
son las mismas de los demás creyentes.
Por eso la única revelación sobre la que se asienta la fe de la
Iglesia, y de la cual da totales garantías, es la que se halla en la
Biblia.
A
Dios lo que es de Dios
La mayoría de los supuestos mensajes y revelaciones privadas de la
Virgen colocan a María como centro, núcleo y cumbre de la vida
espiritual del creyente. Lo cual constituye .una verdadera
desviación de la fe católica, puesto que el único centro y cumbre
de nuestra vida espiritual es y debe ser siempre DIOS.
La devoción a María solo puede ser aceptada si nos lleva hasta
DIOS, es decir, si desemboca en una mayor entrega a DIOS, si nos
acerca más a él. No si lo reemplaza.
Juan Pablo II en una reciente catequesis ha debido salir a moderar
el excesivo entusiasmo por la devoción mariana, especialmente cuando
no desemboca en Dios..
Decía: “Jesús mismo había invitado a sus contemporáneos a no
dejarse guiar por el entusiasmo al considerar a su madre,
reconociendo en María sobre todo a la que es bienaventurada porque
oye la Palabra de Dios y la cumple”. Y a continuación el Papa cita
un episodio de san Lucas en el que una mujer del pueblo le dice a
Jesús: Feliz el seno que te llevó y los pechos que te criaron (en
evidente alusión a María), y Jesús le responde: Felices más bien
los que oyen la Palabra de Dios y la guardan (Lc 11,28-32). Con lo
cual el Evangelio reconoce que la madre de Jesús es digna de toda
alabanza, pero no precisamente por haber engendrado a tal Hijo (es
decir, no por razones biológicas), sino porque ella pertenece a los
que escuchan la Palabra de Dios y la ponen en práctica. Es decir,
por su total referencia y sumisión a Dios.
Juan Pablo II continúa: Sobre la moderación y el equilibrio que hay
que salvar en la doctrina y el culto mariano, el Concilio exhorta
encarecidamente a los teólogos y predicadores... a que eviten con
cuidado toda falsa exageración.
Las exageraciones vienen de cuantos muestran una actitud maximalista
que pretende extender sistemáticamente a María las prerrogativas de
Cristo, así como todos los carismas de la Iglesia".
El Papa, les dice a los católicos que entre María y Jesús existe
una "infinita diferencia", ya que ella es un ser humano,
mientras que Jesucristo es Dios. Por lo tanto, colocar a María al
mismo nivel que Jesucristo sería una grave desviación.
Sin embargo, a veces vemos con preocupación que, en muchas
devociones católicas, a María se la coloca al mismo nivel e incluso
por encima mismo de Jesús. Ciertos actos piadosos se centran de tal
manera en ella, que Jesús parecería no existir, o existir sólo en
un segundo plano. y todo ello, con el apoyo de las revelaciones
privadas.
La "
adoración" a María
No faltan grupos e instituciones cristianas que, a la hora de
reunirse, siguen estrictamente ciertos pasos, como: 1) invocación a
María; 2) Rezo del Rosario a María; 3) Lectura de algún mensaje de
María; 4) Acto de consagración a María; 5) Acción de gracias y
despedida de María.
¿Y Jesucristo dónde está ? ¿y Dios cuándo aparece? ¿ y la
Biblia cuándo se lee?
Cuando las iglesias de origen protestante nos acusan a los católicos
de " adorar" a la Virgen, solemos defendernos diciendo que
nosotros no la "adoramos" sino que la "veneramos".
y en la teoría esa distinción es cierta.
Pero en la práctica muchas veces no. Porque"adorar" significa " dar a alguien el culto que le
debemos a Dios”. Y muchas veces, sin quererlo, a María se le da el
culto propio de Dios. Si no fuera así Juan Pablo II no habría
tenido que salir a desalentar con su catequesis la desmedida piedad
mariana.
Las
vírgenes que lloran sangre
Puede suceder que, en ciertas ocasiones, algunos mensajes vengan
acompañados por señales aparentemente milagrosas. Es el caso de las
imágenes que lloran o que derraman lágrimas de sangre. ¿Estos
signos podrían confirmar el origen sobrenatural de las revelaciones?
Se trata, de un fenómeno bastante extendido.
Desde una imagen de la Virgen yugoslava de Medjugorje, hasta la
Virgen brasileña de Louveira, y desde una estatua de Nuestra Señora
en Naju (Korea) hasta un icono de Nuestra Señora de Luján (en un
barrio de Buenos Aires), numerosas efigies han llorado como si
tuvieran vida. y las imágenes de la Rosa Mística que han llorado
lágrimas de sangre son más de 80 en todo el mundo.
Lo más sorprendente es que, al ser analizado el líquido vertido,
los laboratorios confirmaron que se trataba de lágrimas auténticas
y de sangre humana verdadera, según los casos.
En los últimos diez o quince años las figuras de vírgenes que
lloran, sangran y hasta transpiran, se han multiplicado en todo el
mundo.
¿Puede
la Virgen sangrar?
Dejando de lado los casos de fraude (que los hay, y muchos), en los
que alguna mano inescrupulosa ha montado una escena para embaucar a.
creyentes ingenuos, existen otros que se dan sin mala voluntad de
nadie y sin intención de engaño.
¿Pueden estos enigmáticos prodigios ser una señal inequívoca de
que estamos ante auténticos mensajes provenientes de la Virgen?
Antiguamente existía un gran desconocimiento sobre el origen de este
tipo de prodigios, y era normal atribuirlos a causas del más allá
en este caso a la Virgen María. Pero hoy la teología, con más
exactitud, ha comprendido que el cuerpo de María ya está
glorificado, espiritualizado, morando en la vida eterna, No puede su
cuerpo, pues, tener sangre como la nuestra (ni ningún otro líquido
corporal, ya que su cuerpo es un cuerpo glorioso).
Por lo tanto, si en alguna imagen llegáramos a encontrar sangre o
cualquier otro fluido, podemos estar ciento por ciento seguros de que
no procede del cuerpo de María.
¿Pero acaso María no podría hacer aparecer sangre " de la
nada " y colocarla en una imagen?
Aun cuando alguien respondiera que sí, de todos modos no se trataría
de sangre auténtica de Nuestra Señora, sino una sangre aparecida
"de la nada". ¿De dónde sale entonces ese líquido rojo
que impregna con frecuencia algunos iconos?
Las explicaciones actuales son muchas.
Una de ellas es que existe una propiedad de la mente humana llamada
"proyección hemática".
En determinadas circunstancias una persona, bajo el efecto de
neurosis o de histerias, puede extraer de su mismo cuerpo, sin darse
cuenta ni provocarse heridas, su propia sangre, lágrimas y demás
humores, y proyectarlos sobre una imagen, cuadro o estampa.
No se trata, pues, de ningún hecho milagroso, sino de un fenómeno
puramente humano, demostrado científicamente.
Es muy significativo, al respecto, lo sucedido en Civitavecchia
(Italia).
Una estatua de yeso blanca de la Virgen, de unos 30 centímetros de
alto, que había sido colocada en un nicho del jardín de una casa,
comenzó a llorar sangre el 2 de febrero de 1995.
La noticia conmocionó al pueblo, que inmediatamente se dio cita en
las puertas de la casa para contemplar el "milagro".
A medida, que pasaban los días los peregrinos y los curiosos
aumentaban, al punto tal que la policía debió intervenir para poner
orden en la humilde vivienda.
Enterado del hecho, el obispo del lugar decidió trasladar la
estatuilla al obispado y encargar a dos hematólogos de Roma que
analizaran la sangre que vertía la imagen.
Poco después los científicos confirmaban que se trataba de
auténtica sangre humana, pero perteneciente a ¡un individuo de sexo
masculino!
¿Acaso puede proceder de la Virgen una sangre que pertenece a
alguien de sexo masculino?
Evidentemente pudo tratarse del líquido de algún miembro de la
familia que, inconscientemente, y mediante algún fenómeno como el
de la "proyección hemática" generó el hecho.
Este fenómeno de la lacrimación no tiene características
únicamente religiosas; también lo encontramos en ambientes
profanos.
En efecto, en agosto de 1997, a pocos días del vigésimo aniversario
de la muerte del astro del rock and roll Elvis Presley, un busto suyo
en el pequeño pueblo holandés de Deurne comenzó a derramar
lágrimas..
Desde la muerte de Presley, ocurrida el 16 de agosto de 1977 en
Memphis (Estados Unidos), se han registrado numerosos casos de
admiradores que aseguran haber visto llorar su imagen.
Otros, no resignados a haber perdido a su máxima estrella, dicen
mantener algún tipo de contacto con él desde el más allá. y no
faltan incluso los que sostienen que se les ha aparecido en persona.
Pero lo más sugestivo de todo es que un simpatizante de Elvis, al
que se le preguntó por qué lloraba su estatua, declaró a la
prensa: "Su estatua llora de alegría, por la cantidad de
admiradores que tiene repartidos en el mundo entero; porque él sabe
cuánto lo aman" .
Los
estigmas
Nos queda por analizar un último hecho asombroso, que también suele acompañar a las
revelaciones de la Virgen: el de los estigmatizados, aquellos
videntes a quienes les brotaron los " estigmas" o llagas de
la pasión de Cristo en sus propios cuerpos.
Estas personas, en determinado momento de sus vidas comienzan a sentir que sus manos y pies se lastiman, y se
les forman ciertas heridas parecidas a las que dejaría un clavo al
entrar allí; o en sus espaldas surgen las lesiones sangrantes
propias de una flagelación; o en su frente las punzaduras de una
coronación de espinas.
La historia de la Iglesia ha registrado numerosos casos. El primero
del que se tiene memoria, y el más famoso, es el de san Francisco de
Asís, a quien le aparecieron los estigmas el día de la Exaltación
de la Cruz del año 1224. A partir de entonces se han contado 321
casos más, en su inmensa mayoría monjas o religiosas mujeres.
¿Estas misteriosas heridas proceden de Dios?
¿Son un milagro? Así lo interpretó la Iglesia, la medicina y la
creencia popular durante muchos siglos, ya que se desconocía
cualquier otro tipo de respuesta más satisfactoria. Pero hoy los
progresos de las diversas ramas de la ciencia han demostrado que
tales cicatrices tienen en realidad una explicación natural.
La mente humana, bajo ciertas presiones, puede ejercer un control
sobre los vasos sanguíneos y producir, tanto una mayor concentración
de sangre, como un alejamiento de la misma, por debajo de la piel.
Un ejemplo de lo dicho es el hecho cotidiano de la palidez o el
sonrojo de las personas. Debido a emociones psíquicas, uno puede
influir sobre su propia sangre, de modo que aumente la circulación
(y se sonroje), o se frene (y palidezca).
Esta reacción biológica, cuando es llevada a casos
extremos, puede producir llagas y hemorragias en una persona.
Excitada por una sugestión inconsciente, generalmente de naturaleza
histérica, la mente pierde su normal equilibrio y produce este
fenómeno, que es llamado por los estudiosos "dermografía".
A esta explicación natural de los estigmas la daba el Papa Benedicto
XIV, con su gran autoridad, en su libro La Beatificación de los
Siervos de Dios, de 1738.
El espíritu humano no puede experimentar o padecer sensaciones sin
que éstas se reproduzcan de alguna manera en el cuerpo.
La dimensión espiritual del hombre está ligada a lo físico por
lazos tan intensos, que todo lo que sucede en aquélla se refleja en
éste.
Ahora bien, muchos de estos famosos llagados se pasaban horas de
contemplación y meditación frente a un crucifijo, con el
pensamiento concentrado casi sin interrupción en las llagas de la
Pasión de Nuestro Señor.
Mal comidos, mal dormidos, sometidos a rigurosos sacrificios, incluso
deseaban y pedían expresamente a Dios identificarse con esa imagen
de Jesús dolido que tenían al frente.
Todos ellos eran altamente sugestionables, y por lo tanto capaces de
somatizar en mayor grado las vivencias que de alguna manera todos
padecemos.
Una vez que la intención de experimentar las llagas de Jesucristo
adquiría forma en la mente de ellos, se convertía en una piadosa
obsesión. y la excepcional sensibilidad que padecían hacía que la
idea concebida en su mente se terminara plasmando en sus cuerpos.
Que la aparición de estos estigmas es algo natural y producido por
la sugestión de la persona, lo demuestra el hecho curioso de que las
heridas formadas suelen adecuarse a la imagen contemplada.
Los estigmas de la famosa mística Gema Galgani, por ejemplo,
correspondían perfectamente a las llagas pintadas en un gran
crucifijo ante el cual ella solía rezar.
Y cuando la célebre estigmatizada alemana Catalina Emmerich por
primera vez fue marcada con una cruz en el pecho, ésta tenía la
forma de "Y" , que reproducía el dibujo exacto de un
crucifijo al que ella tenía gran veneración desde su infancia.
Algunos mostraban la llaga del costado al lado derecho, mientras
otros a la izquierda.
Si todas estas lesiones vinieran del mismo autor (en este caso Dios),
y tuvieran como fin representar en el cuerpo de algún elegido la
misma pasión de Jesucristo, todas deberían tener la misma forma.
Dios no tortura ni manda tormentos a nadie.
Por lo tanto, la aparición de estigmas y llagas que reproducen las
lesiones de la pasión de Cristo, lejos de ser una señal divina o un
signo de santidad personal, son más bien una muestra de
desequilibrio interior y de neurosis histérica.
Para la Iglesia, la única señal válida de santidad es la del amor
al prójimo que dejó Jesús:
"En esto conocerán todos que son mis discípulos: si se aman
los unos a los otros" (Jn 13,35).
No inventemos otras señales de virtud y perfección que no haya
puesto Jesús.
El caso de Francisco de Asís, el primer estigmatizado, lo evidencia:
fue uno de los santos más grandes de toda la historia de la Iglesia,
pero por su enorme entrega a los más pobres, no por sus estigmas. Y
si hoy alguna persona, que tiene tales señales en su carne, procura
demostrar su santidad, deberá hacerlo "a pesar" de sus
estigmas (es decir, a pesar de padecer esa debilidad), y no
apoyándose en ellas.
Una
ofensa gratuita
María fue la criatura más sublime de la historia de la salvación.
La Biblia le otorga títulos que no se los da a ningún otro ser
humano. Es la "Llena de gracia" (Lc 1,28), la "Bendita
entre todas las mujeres" (Lc 1,42), la "Bienaventurada por
todas las generaciones" (Lc 1,48), la "Feliz de haber
creído" (Lc 1,45).
También la Iglesia le atribuye una serie de privilegios que la
elevan por encima de los demás mortales. Es la Inmaculada
Concepción, la Madre de Dios, la Asunta al Cielo, la Mediadora de
Todas las Gracias.
Es que los católicos siempre hemos considerado a María como el
modelo perfecto del discípulo, y la prueba más acabada de lo que
Dios puede hacer con quien escucha su Palabra y la pone en práctica.
Por eso no debemos permitir que otros la injurien, la rebajen, la
denigren atribuyéndole textos y mensajes que, lejos de mostrar su
grandeza, resultan ofensivos y agraviantes para su persona.
La idea de María que se desprende de muchas de estas revelaciones
privadas es más la de un ser vengativo y rencoroso, que la de
aquella que cantaba: La misericordia de Dios se extiende de
generaci6n en generaci6n (Lc 1,50).
La Virgen que sólo aparece para llorar, lamentarse y anunciar
castigos representa, de algún modo, la "religión del miedo"
, es decir, la que busca atemorizar al creyente para que mediante la
angustia, el pavor y el sometimiento irracional, se acerque a Dios.
Pero nada de eso tiene que ver con la religión de Jesús, el cual
nunca buscó la conversión de los hombres por el temor sino por el
amor .
Como católicos debemos cuidar siempre que la imagen de María no se
enturbie ni se opaque nunca con este tipo de religiosidad desviada.
Tenemos que conservar siempre en alto su figura para que siga siendo
el reflejo de la alegría, la esperanza y el optimismo cristianos.
Leer
lo que vale
Cuenta la tradición que cuando los árabes musulmanes conquistaron
Egipto, en el año 642, incendiaron y destruyeron la famosísima
biblioteca de Alejandría, el mayor archivo del saber de la
antigüedad, con sus más de 700.000 volúmenes que habían logrado
reunir los príncipes tolomeos.
El argumento empleado por el califa Omar para semejante decisión
fue: Si lo que dicen estos libros está en contra del Corán, ¿c6mo
los vamos a conservar? y si dicen lo mismo que el Corán, ¿para qué
los vamos a conservar? De cualquier manera son inútiles,
quemémoslos.
Salvando las distancias, pero con igual lógica, podemos decir: Si
los mensajes de la Virgen contradicen la Biblia, ¿cómo los vamos a
leer? y si dicen lo mismo que la Biblia, ¿para qué los vamos a
leer?
Dediquemos todo nuestro esfuerzo y nuestro tiempo a leer la Biblia,
el único libro que tiene la garantía de Dios, y que conserva la
sabiduría divina que puede llevamos a la salvación (2 Tim 3,14-15).
Los únicos mensajes obligatorios e ineludibles que un cristiano
debe conocer profundamente, son los contenidos en ese Libro.
Resulta lamentable comprobar cómo muchísimos fieles, a la par que
desconocen casi por completo las Sagradas Escrituras, se abocan con
fruición ala lectura de los supuestos mensajes particulares del más
allá.
En lugar de prestarles tanta atención, ya que en definitiva tienen
sólo un valor privado, y no obligatorio, los cristianos harían
mejor en tratar de conocer más la Biblia, leerla y meditarla
frecuentemente, puesto que ella es, junto a la Tradición y al
Magisterio, el único canal obligatorio para conocer el proyecto que
Dios tiene para la humanidad.
Lecturas complementarias: ¿El Ángel del Señor le anunció a María? La audacia de Zeffirelli
Cuando el productor cinematográfico Franco Zeffirelli filmó una de sus más conocidas películas, la ya clásica "Jesús de Nazaret", muchos pensaron que se había atrevido demasiado. Si bien está concebida con una exquisita sensibilidad, sin embargo en la escena de la anunciación se ve a una candorosa María despertarse asustada a medianoche, y mientras un rayo de luz, evidentemente sobrenatural, se cuela por la ventana de su habitación, la muchacha comienza un misterioso diálogo sobre la futura concepción de su Hijo Jesús.
Pero ¿con quién habla María? Aquí viene la gran osadía de Zeffirelli: con nadie. Ella sola pregunta, y ella sola se responde, sin que aparezca ningún otro interlocutor. De un plumazo, el director italiano había hecho desaparecer al popular ángel Gabriel.
Los católicos criticaron despiadadamente a la película: era una irreverencia, una mutilación inaceptable del evangelio que atentaba contra la verdadera fe católica (no era para menos, se había suprimido a uno de los personajes más singulares del Nuevo Testamento; al infaltable ángel a quien estamos habituados a ver en cuanta pintura o escena de la anunciación tengamos a mano. A quien desde niños nos acostumbramos a mencionar cuando al rezar el ángelus decimos: El ángel del Señor le anunció a María...;al comunicador más grande de la historia. SI. Zeffirelli se habla atrevido demasiado.
Cómo fue que trascendió
Pero un detalle llamó siempre la atención en la anunciación del ángel a María (Lc 1,26-38). ¿Cómo hizo Lucas, el único evangelista que lo cuenta, para enterarse? Se lo habrá contado la Virgen María, exclusiva protagonista, o alguien a quien ella se lo hubiera dicho.
Pero uno se pregunta: ¿andaría contando María sus intimidades? ¿Condice con aquella chica humilde y callada, que meditaba todas sus cosas guardándolas en su corazón (Lc 2,19, 51), el referir el diálogo secreto que mantuvieron en privado ella y el ángel? ¿Andaría alardeando con el relato de cómo entró Gabriel volando por la ventana de su casa, y que la felicitó por ser la única mujer privilegiada ante los ojos de Dios, cuando ni siquiera a José se lo quiso contar?
No sólo esto resulta dudoso. Los elementos de la narración tampoco parecen ser demasiado históricos, sino más bien vagos e indefinidos.
Para que se note el embarazo
Alguno podrá pensar que el detalle de que el ángel visitó a María "al sexto mes" del embarazo de su parienta Isabel es muy concreto, y parece ser histórico. Pero bien mirado, es un complemento literario. Si el ángel le dará como señal a María, que Isabel "a pesar de que es anciana también está embarazada", la razón del sexto mes es evidente: el embarazo de Isabel debe servirle de testimonio fehaciente, y los signos de un embarazo no saltan a la vista hasta el sexto mes. Si en el relato hubiera ido antes el ángel, María no ponía haber comprobado a veracidad del signo.
El detalle, pues, no pretende consignar una fecha histórica sino sólo tiene la intención de decirnos que las palabras del ángel eran ciertas y podían ser verificadas.
Por eso actualmente los biblistas sostienen que Lucas al narrar el hecho de la anunciación contó algo real, que en verdad había ocurrido, pero lo hizo con una escena creada por él.
Un diálogo repetido
Que la narración es una construcción artificial se nota cuando constatamos que los elementos del diálogo entre Gabriel y María están copiados del Antiguo Testamento.
El saludo "alégrate" (v. 28) está sacado del profeta Sofonias (3, 1 4). La expresión "El Señor esta contigo" es del libro de los Jueces (6, 12), cuando un ángel se le aparece a Gedeón. "No temas" (v. 30) es la frase que el ángel Gabriel le dice a Daniel al presentársele (Do. 10, 12). "Nada hay imposible para Dios" (V 37) lo encontramos en Génesis .18,14 cuando un ángel le anuncia a Abraham que le nacerá un hijo.
El mensaje del ángel a María "concebirás y darás a luz un hijo, al que pondrás por nombre (v. 31) es la frase del ángel a Agar, la esclava de Abraham (G 16,11). Y la continuación "el será grande y será llamado Hijo del Altísimo, el Señor le dará trono de David, su padre, reinará sobre la casa de Jacob por los siglos, y su reino no tendrá fin 32-33) son una clara alusión a la profecía de Natán al rey David, prometiéndole en nombre de Dios un sucesor en el trono y el reinado eterno de su linaje (2 Sam. 7, 12-16).
Lucas ha recopilado así, frases importantes del Antiguo Testamento referidas todas a
intervenciones de Dios en la historia, y con ellas ha tejido un relato sobre la más grande de las intervenciones divinas en la humanidad.
Una forma literaria
Pero los estudiosos, profundizando más todavía, descubrieron que todas las partes de esta narración responden a una forma literaria muy conocida en la literatura judía, llamada "relato de anunciación". Se trata de un esquema fijo, estereotipado, artificial, que aparece varias veces en la Biblia. Cuando alguien quería contar que un ángel o un enviado de Dios se aparecía a algún personaje bíblico para darle un mensaje, no podía hacerlo de cualquier manera. Debía respetar un esquema ya prefijado.
Pongamos un ejemplo. Cuando alguien quiere hoy redactar una carta, generalmente empieza colocando arriba a la derecha, el lugar desde donde escribe y la fecha de emisión. Luego abajo a la izquierda el saludo al destinatario, casi siempre con la palabra "querido" o "estimado" y el nombre. Sigue el cuerpo de la carta. Y finalmente envía los saludos y coloca la firma. Dentro de ese esquema uno se expresa libremente, pero no se sale de él. Al ver estos elementos, uno se da cuenta de que está frente a una carta.
Los cinco elementos
Así como una carta tiene su "forma literaria" propia, el relato de una anunciación en la
Biblia tiene sus elementos propios y su estructura, y ningún escritor antiguo se salía de ella. ¿Cuántos eran estos elementos? Cinco, y bien definidos.
La aparición del mensajero celeste
La turbación o el miedo del personaje
El mensaje, que el enviado trae de parte de Dios.
Una objeción, que el personaje pone y que servirá para que se aclare mejor el mensaje.
Un signo, que el ángel da al personaje para confirmarle que viene de Dios.
Cada vez que Dios realiza una "anunciación” es decir, anuncia algo a alguien mediante un mensajero, la Biblia lo cuenta siguiendo estos cinco pasos.
También a María
En la anunciación a María podemos distinguir perfectamente:
1) La aparición: "Fue enviado por Dios el ángel Gabriel" (v. 26)
2) La turbación: "Ella se asustó al oír estas palabras" (v. 29).
3) El mensaje: "Vas a concebir y dar a luz un Hijo (v. 31).
4) La objeción: "Cómo es esto posible, si yo no convivo (v. 34).
5) La señal. "Isabel, a pesar de ser vieja, ya está en su sexto mes de embarazo" (v. 36).
Y en muchas otras anunciaciones bíblicas pueden identificarse estos elementos.
Por ejemplo, cuando Dios le anuncia a Abraham el nacimiento de su hijo Isaac (Gn 17, 1-22), se cuenta:
1) La aparición: "Se le apareció Yahvé" (v. 1).
2) La turbación: "Abraham cayó rostro en tierra" (v. 3).
3) El mensaje: "Serás padre de una muchedumbre de pueblos" (v. 4).
4) La objeción: "Abraham... se echó a reír diciendo: ¿a un hombre de cien años va a nacerle un hijo?" (v. 17).
5) La señal: "El año que viene, por este tiempo, Sara te dará un hijo" (v. 21).
Lucas describe la anunciación a Zacarías con iguales términos (Lc 1, 11-20):
1) La aparición: "Se le apareció el ángel " (v. 11).
2) La turbación; "Al verlo se turbó, y el temor se apoderó de Él" (v. 12)
3) El mensaje: "Isabel, te dará a luz un hijo" (v. 13).
4) La objeción: "¿Cómo puedo estar seguro? Porque yo soy viejo y mí mujer también (V. 18).
5) La señal: "Te vas a quedar mudo" (v. 20).
Si continuamos analizando otras anunciaciones como la de Agar, esclava de Abraham (Gn 16, 7-12), la de Moisés (Ex 3, 1 - 12), la de los padres de Sansón (Jueces 13, 3-22), o la de los pastores de Belén (2, 9-12), vemos que están construidas de idéntico modo.
Esto muestra a las claras que se trata de elementos artificiales, propios de un género literario.
Lo que se pretende afirmar
Así llegamos a una conclusión importante. En los relatos de anunciaciones se considera como histórico únicamente el mensaje principal el trasfondo esencial. Pero los cinco elementos de su estructura no son ciertos, ni son históricos, sino que responden a un cliché artificial.
En el caso de María ¿qué es lo que se quiere afirmar? ¿Cuál es lo central y verdadero? Lo que se busca anunciar y aclarar es la personalidad de Jesús, su ser, su figura.
Pretende decir que el niño concebido por María es el Hijo de Dios, es también el Mesías que Israel esperaba, y que en él se cumplen todas las expectativas del Antiguo Testamento.
Ahora bien, qué sucedió realmente en el momento de su concepción, cómo se enteró María de su embarazo espiritual, cómo descubrió el misterio del Hijo de Dios en sus entrañas, y las circunstancias que rodearon al hecho, no son cosas que Lucas intente contar. Y los detalles personales y psicológicos de María en su preñez quedarán sumidos en el misterio para siempre.
EI famoso miedo de María
Gracias al descubrimiento de las formas literarias, podemos comprender mejor las
afirmaciones de los evangelios.
Por ejemplo, siempre había llamado la atención de los lectores de la Biblia el hecho de la turbación de la Virgen ante la aparición del ángel. ¿Por qué se asusta? ¿Acaso no sabe distinguir a un mensajero divino, ella que tanta experiencia tenía de Dios? ¿Por qué se pregunta qué significaría su saludo, tan conocido en el Antiguo Testamento?
Se han ensayado varias explicaciones. Para unos, seria la turbación lógica de un ser humano ante un enviado de Dios. Pero entonces deberla más bien alegrarse. Para otros seria la reacción de pudor de una muchacha que ve entrar a un hombre cuando ella está sola en su habitación. Pero a esto se objeta que los ángeles no tienen sexo. Finalmente están quienes dicen que sería la modestia de María de ver que Dios se ocupaba de ella.
Hoy sabemos que su turbación es sólo un detalle artificial que forma parte del esquema ficticio de la anunciación. Para Lucas, María tenía necesariamente que turbarse porque así lo exigía el segundo elemento del género literario. Esto indicaba que el enviado venia realmente de Dios, es decir, de una esfera trascendente.
Cuesta poco y vale mucho
Lucas no nos dejó los detalles de cómo se las arregló Dios para anunciarle a María el embarazo de Jesús, ni corno lo tomó ella, ni qué reacciones produjo En la Virgen. Sin embargo el anuncio de Dios a María es cierto. Y el SI de ella también lo es.
Todos recibirnos, cada día, una invitación parecida a la que recibió María. Una invitación a realizar algo para que el plan de Dios se siga cumpliendo en nuestros hogares, en nuestra familia, en nuestra sociedad. Dios se introduce en la casa de cada uno como el ángel en la de María, para pedirnos colaboración. En nuestro "sí" están en juego muchas cosas. Y con nuestro “no" se frustran muchas otras.
Asusta pensar cuánto dependía, para el mundo, del si de aquella aldeana de Nazaret y la repercusión que trajo para toda la humanidad. Nos abismaría igualmente si supiéramos cuántas cosas dependen de nuestros pequeños sí y minúsculos no.
María dió su sí, Jesús pudo nacer. Pero falta mucho todavía para que se cumpla la obra de salvación de Dios. El mundo no está como El lo quiere. Hay hambre, hay odio hay injusticias, hay violencia. Sigue haciendo falta, aún, nuestro sí.
Lecturas complementarias: ¿El Ángel del Señor le anunció a María? La audacia de Zeffirelli
Cuando el productor cinematográfico Franco Zeffirelli filmó una de sus más conocidas películas, la ya clásica "Jesús de Nazaret", muchos pensaron que se había atrevido demasiado. Si bien está concebida con una exquisita sensibilidad, sin embargo en la escena de la anunciación se ve a una candorosa María despertarse asustada a medianoche, y mientras un rayo de luz, evidentemente sobrenatural, se cuela por la ventana de su habitación, la muchacha comienza un misterioso diálogo sobre la futura concepción de su Hijo Jesús.
Pero ¿con quién habla María? Aquí viene la gran osadía de Zeffirelli: con nadie. Ella sola pregunta, y ella sola se responde, sin que aparezca ningún otro interlocutor. De un plumazo, el director italiano había hecho desaparecer al popular ángel Gabriel.
Los católicos criticaron despiadadamente a la película: era una irreverencia, una mutilación inaceptable del evangelio que atentaba contra la verdadera fe católica (no era para menos, se había suprimido a uno de los personajes más singulares del Nuevo Testamento; al infaltable ángel a quien estamos habituados a ver en cuanta pintura o escena de la anunciación tengamos a mano. A quien desde niños nos acostumbramos a mencionar cuando al rezar el ángelus decimos: El ángel del Señor le anunció a María...;al comunicador más grande de la historia. SI. Zeffirelli se habla atrevido demasiado.
Cómo fue que trascendió
Pero un detalle llamó siempre la atención en la anunciación del ángel a María (Lc 1,26-38). ¿Cómo hizo Lucas, el único evangelista que lo cuenta, para enterarse? Se lo habrá contado la Virgen María, exclusiva protagonista, o alguien a quien ella se lo hubiera dicho.
Pero uno se pregunta: ¿andaría contando María sus intimidades? ¿Condice con aquella chica humilde y callada, que meditaba todas sus cosas guardándolas en su corazón (Lc 2,19, 51), el referir el diálogo secreto que mantuvieron en privado ella y el ángel? ¿Andaría alardeando con el relato de cómo entró Gabriel volando por la ventana de su casa, y que la felicitó por ser la única mujer privilegiada ante los ojos de Dios, cuando ni siquiera a José se lo quiso contar?
No sólo esto resulta dudoso. Los elementos de la narración tampoco parecen ser demasiado históricos, sino más bien vagos e indefinidos.
Para que se note el embarazo
Alguno podrá pensar que el detalle de que el ángel visitó a María "al sexto mes" del embarazo de su parienta Isabel es muy concreto, y parece ser histórico. Pero bien mirado, es un complemento literario. Si el ángel le dará como señal a María, que Isabel "a pesar de que es anciana también está embarazada", la razón del sexto mes es evidente: el embarazo de Isabel debe servirle de testimonio fehaciente, y los signos de un embarazo no saltan a la vista hasta el sexto mes. Si en el relato hubiera ido antes el ángel, María no ponía haber comprobado a veracidad del signo.
El detalle, pues, no pretende consignar una fecha histórica sino sólo tiene la intención de decirnos que las palabras del ángel eran ciertas y podían ser verificadas.
Por eso actualmente los biblistas sostienen que Lucas al narrar el hecho de la anunciación contó algo real, que en verdad había ocurrido, pero lo hizo con una escena creada por él.
Un diálogo repetido
Que la narración es una construcción artificial se nota cuando constatamos que los elementos del diálogo entre Gabriel y María están copiados del Antiguo Testamento.
El saludo "alégrate" (v. 28) está sacado del profeta Sofonias (3, 1 4). La expresión "El Señor esta contigo" es del libro de los Jueces (6, 12), cuando un ángel se le aparece a Gedeón. "No temas" (v. 30) es la frase que el ángel Gabriel le dice a Daniel al presentársele (Do. 10, 12). "Nada hay imposible para Dios" (V 37) lo encontramos en Génesis .18,14 cuando un ángel le anuncia a Abraham que le nacerá un hijo.
El mensaje del ángel a María "concebirás y darás a luz un hijo, al que pondrás por nombre (v. 31) es la frase del ángel a Agar, la esclava de Abraham (G 16,11). Y la continuación "el será grande y será llamado Hijo del Altísimo, el Señor le dará trono de David, su padre, reinará sobre la casa de Jacob por los siglos, y su reino no tendrá fin 32-33) son una clara alusión a la profecía de Natán al rey David, prometiéndole en nombre de Dios un sucesor en el trono y el reinado eterno de su linaje (2 Sam. 7, 12-16).
Lucas ha recopilado así, frases importantes del Antiguo Testamento referidas todas a
intervenciones de Dios en la historia, y con ellas ha tejido un relato sobre la más grande de las intervenciones divinas en la humanidad.
Una forma literaria
Pero los estudiosos, profundizando más todavía, descubrieron que todas las partes de esta narración responden a una forma literaria muy conocida en la literatura judía, llamada "relato de anunciación". Se trata de un esquema fijo, estereotipado, artificial, que aparece varias veces en la Biblia. Cuando alguien quería contar que un ángel o un enviado de Dios se aparecía a algún personaje bíblico para darle un mensaje, no podía hacerlo de cualquier manera. Debía respetar un esquema ya prefijado.
Pongamos un ejemplo. Cuando alguien quiere hoy redactar una carta, generalmente empieza colocando arriba a la derecha, el lugar desde donde escribe y la fecha de emisión. Luego abajo a la izquierda el saludo al destinatario, casi siempre con la palabra "querido" o "estimado" y el nombre. Sigue el cuerpo de la carta. Y finalmente envía los saludos y coloca la firma. Dentro de ese esquema uno se expresa libremente, pero no se sale de él. Al ver estos elementos, uno se da cuenta de que está frente a una carta.
Los cinco elementos
Así como una carta tiene su "forma literaria" propia, el relato de una anunciación en la
Biblia tiene sus elementos propios y su estructura, y ningún escritor antiguo se salía de ella. ¿Cuántos eran estos elementos? Cinco, y bien definidos.
La aparición del mensajero celeste
La turbación o el miedo del personaje
El mensaje, que el enviado trae de parte de Dios.
Una objeción, que el personaje pone y que servirá para que se aclare mejor el mensaje.
Un signo, que el ángel da al personaje para confirmarle que viene de Dios.
Cada vez que Dios realiza una "anunciación” es decir, anuncia algo a alguien mediante un mensajero, la Biblia lo cuenta siguiendo estos cinco pasos.
También a María
En la anunciación a María podemos distinguir perfectamente:
1) La aparición: "Fue enviado por Dios el ángel Gabriel" (v. 26)
2) La turbación: "Ella se asustó al oír estas palabras" (v. 29).
3) El mensaje: "Vas a concebir y dar a luz un Hijo (v. 31).
4) La objeción: "Cómo es esto posible, si yo no convivo (v. 34).
5) La señal. "Isabel, a pesar de ser vieja, ya está en su sexto mes de embarazo" (v. 36).
Y en muchas otras anunciaciones bíblicas pueden identificarse estos elementos.
Por ejemplo, cuando Dios le anuncia a Abraham el nacimiento de su hijo Isaac (Gn 17, 1-22), se cuenta:
1) La aparición: "Se le apareció Yahvé" (v. 1).
2) La turbación: "Abraham cayó rostro en tierra" (v. 3).
3) El mensaje: "Serás padre de una muchedumbre de pueblos" (v. 4).
4) La objeción: "Abraham... se echó a reír diciendo: ¿a un hombre de cien años va a nacerle un hijo?" (v. 17).
5) La señal: "El año que viene, por este tiempo, Sara te dará un hijo" (v. 21).
Lucas describe la anunciación a Zacarías con iguales términos (Lc 1, 11-20):
1) La aparición: "Se le apareció el ángel " (v. 11).
2) La turbación; "Al verlo se turbó, y el temor se apoderó de Él" (v. 12)
3) El mensaje: "Isabel, te dará a luz un hijo" (v. 13).
4) La objeción: "¿Cómo puedo estar seguro? Porque yo soy viejo y mí mujer también (V. 18).
5) La señal: "Te vas a quedar mudo" (v. 20).
Si continuamos analizando otras anunciaciones como la de Agar, esclava de Abraham (Gn 16, 7-12), la de Moisés (Ex 3, 1 - 12), la de los padres de Sansón (Jueces 13, 3-22), o la de los pastores de Belén (2, 9-12), vemos que están construidas de idéntico modo.
Esto muestra a las claras que se trata de elementos artificiales, propios de un género literario.
Lo que se pretende afirmar
Así llegamos a una conclusión importante. En los relatos de anunciaciones se considera como histórico únicamente el mensaje principal el trasfondo esencial. Pero los cinco elementos de su estructura no son ciertos, ni son históricos, sino que responden a un cliché artificial.
En el caso de María ¿qué es lo que se quiere afirmar? ¿Cuál es lo central y verdadero? Lo que se busca anunciar y aclarar es la personalidad de Jesús, su ser, su figura.
Pretende decir que el niño concebido por María es el Hijo de Dios, es también el Mesías que Israel esperaba, y que en él se cumplen todas las expectativas del Antiguo Testamento.
Ahora bien, qué sucedió realmente en el momento de su concepción, cómo se enteró María de su embarazo espiritual, cómo descubrió el misterio del Hijo de Dios en sus entrañas, y las circunstancias que rodearon al hecho, no son cosas que Lucas intente contar. Y los detalles personales y psicológicos de María en su preñez quedarán sumidos en el misterio para siempre.
EI famoso miedo de María
Gracias al descubrimiento de las formas literarias, podemos comprender mejor las
afirmaciones de los evangelios.
Por ejemplo, siempre había llamado la atención de los lectores de la Biblia el hecho de la turbación de la Virgen ante la aparición del ángel. ¿Por qué se asusta? ¿Acaso no sabe distinguir a un mensajero divino, ella que tanta experiencia tenía de Dios? ¿Por qué se pregunta qué significaría su saludo, tan conocido en el Antiguo Testamento?
Se han ensayado varias explicaciones. Para unos, seria la turbación lógica de un ser humano ante un enviado de Dios. Pero entonces deberla más bien alegrarse. Para otros seria la reacción de pudor de una muchacha que ve entrar a un hombre cuando ella está sola en su habitación. Pero a esto se objeta que los ángeles no tienen sexo. Finalmente están quienes dicen que sería la modestia de María de ver que Dios se ocupaba de ella.
Hoy sabemos que su turbación es sólo un detalle artificial que forma parte del esquema ficticio de la anunciación. Para Lucas, María tenía necesariamente que turbarse porque así lo exigía el segundo elemento del género literario. Esto indicaba que el enviado venia realmente de Dios, es decir, de una esfera trascendente.
Cuesta poco y vale mucho
Lucas no nos dejó los detalles de cómo se las arregló Dios para anunciarle a María el embarazo de Jesús, ni corno lo tomó ella, ni qué reacciones produjo En la Virgen. Sin embargo el anuncio de Dios a María es cierto. Y el SI de ella también lo es.
Todos recibirnos, cada día, una invitación parecida a la que recibió María. Una invitación a realizar algo para que el plan de Dios se siga cumpliendo en nuestros hogares, en nuestra familia, en nuestra sociedad. Dios se introduce en la casa de cada uno como el ángel en la de María, para pedirnos colaboración. En nuestro "sí" están en juego muchas cosas. Y con nuestro “no" se frustran muchas otras.
Asusta pensar cuánto dependía, para el mundo, del si de aquella aldeana de Nazaret y la repercusión que trajo para toda la humanidad. Nos abismaría igualmente si supiéramos cuántas cosas dependen de nuestros pequeños sí y minúsculos no.
María dió su sí, Jesús pudo nacer. Pero falta mucho todavía para que se cumpla la obra de salvación de Dios. El mundo no está como El lo quiere. Hay hambre, hay odio hay injusticias, hay violencia. Sigue haciendo falta, aún, nuestro sí.
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