A34 Ascensión del Señor

Ficha 34: Jesús subió a los cielos   Meditación previa

1. Ausente, Pero También Presente.  Hoy celebramos la solemnidad de la Ascensión del Señor a los cielos. El Señor Jesús regresa a la gloria del Padre. Hay una contradicción aparente en esta partida de Jesús: Al partir, nos asegura que se queda con nosotros. Éstas son sus últimas palabras en el evangelio de Mateo, justamente tal como el mismo Mateo nos había asegurado en su primer capítulo, que Jesús es nuestro “Dios-con-nosotros”. La partida de Jesús a los cielos no es realmente una despedida: Él era “Dios-con-nosotros” en su vida terrena, estaba cercano al pueblo, especialmente a los pobres y los débiles. -- Él se queda ahora con nosotros, pero de otra manera: por medio de su Espíritu, en la Iglesia,  ya que somos su cuerpo; en los signos de pan y vino en la eucaristía; dondequiera que la gente se reúna en su nombre, como lo estamos haciendo aquí en este momento;  también en los pobres y débiles de nuestros días. Nuestra oración hoy es: ¡Quédate con nosotros, Señor!

2. Me Voy; Pero Les Envío a Ustedes. Este día de la Ascensión del Señor a los cielos es para nosotros una fiesta de alegría, pues celebramos al Señor Jesús en su gloria. Tenía que partir de esta tierra para no ser ya por más tiempo el compañero privilegiado exclusivamente de un pequeño grupo de apóstoles y discípulos. Una vez que fuera glorificado en el cielo, él pertenecería a todos los que quisieran acogerlo como su Señor. De ahora en adelante nosotros, su pueblo,  tenemos que ser su figura y su rostro, su latido del corazón, su mano caritativa, su sonrisa, su fuerza que con frecuencia parece impotente. No temamos: Él ha prometido estar con nosotros hasta el fin de los tiempos, como está aquí ahora con nosotros en esta eucaristía.
Acto Penitencial
Jesús nos ha asignado una tarea, o mejor, una misión. Pidamos perdón porque tantas veces no hemos estado a la altura de sus expectativas  y no hemos contado con su presencia.     (Pausa)
· Señor Jesús: Tú hiciste tu vida entre la gente y partiste a la gloria del Padre. Tú volverás, pues tu amor no tiene fin: R/ Señor, ten piedad de nosotros.
· Cristo Jesús, tú vives todavía entre nosotros por medio de tu Espíritu que nos da fuerza y amor, pues tu amor no tiene fin: R/ Cristo, ten piedad de nosotros.
· Señor Jesús, nosotros no te vemos, pero nos has dado hermanos en los que podemos verte, y una misión de verdad y de bondad entre ellos. R/ Señor, ten piedad de nosotros.
Ten misericordia de nosotros, Señor, perdona nuestros desalientos, nuestras tristezas y nuestros pecados.
Ayúdanos a buscar la voluntad del Padre y llévanos a la vida eterna.

Oremos para que el Espíritu del Señor resucitado nos guíe siempre.     (Pausa)
Oh Dios y Padre nuestro: Nuestro Señor resucitado, Jesucristo, vive ahora glorioso en tu presencia.
Cuando seguimos mirándole oculto ya en las nubes, haz que volvamos a la tarea  que él nos ha asignado aquí en la tierra y que aprendamos a reconocer su rostro en nuestros hermanos.
Y cuando nos sintamos demasiado apegados a esta tierra, recuérdanos que un buen día completarás la obra de Jesús en nosotros y nos llevarás a tu gloria y alegría eternas por los siglos de los siglos.
Bendición
Hermanos: Jesús, el Señor, nos dice lo mismo que a los apóstoles: “Sean mis testigos ante el mundo entero”. No nos quedemos encandilados mirando al cielo, sino que, por la forma cómo vivimos el  evangelio de Jesús, proclamemos su mensaje de esperanza para los habitantes de la tierra. Para ello pidamos la solemne bendición de Dios:
-Que ojalá sepamos llevar el mensaje del Señor a nuestro tiempo y a nuestros hermanos. – Amén.
-Que él continúe haciendo el bien por medio de nosotros, y que nosotros le hagamos visible hoy con nuestras obras. – Amén.
-Que él permanezca con nosotros por  medio de su Espíritu, ahora y hasta el fin de los tiempos. – Amén.

 Gesto:
(El animador prepara, previo al encuentro, como una montaña y en la punta coloca una imagen de Jesús Resucitado. Al pie de la montaña coloca un cirio encendido y la Biblia abierta con tarjetas con citas bíblicas entre las hojas de la misma. Se entona un canto apropiado –Por ejemplo: Mensajero de la Paz, alma misionera, etc.- Cada uno de los miembros de la comunidad, mientras se entona el cántico, se acerca al altarcito y enciende su cirio, retira una de las citas bíblicas y vuelve a su lugar. Al término del canto, todos leen la cita que les tocó)
 Sube a un alto cerro tú que le llevas a Sión una buena nueva. ¡Haz resonar tu voz, grita sin miedo, tú que llevas a Jerusalén la noticia! Diles a las ciudades de Judá: ¡Aquí está su Dios! (Isaías 40, 9)
 Ya no me preocupo por mi vida, con tal de que pueda terminar mi carrera y llevar a cabo la misión que he recibido del Señor Jesús: anunciar la Buena Noticia de la gracia de Dios. (Hch 20, 24)
 Luego Jesús llamó a sus discípulos y a toda la gente y les dijo: El que quiera seguirme, que renuncie a sí mismo, tome su cruz y me siga. Pues el que quiera asegurar su vida la perderá, y el que sacrifique su vida (por mí y) por el Evangelio, la salvará. (Mc 8, 34-35)
 ¿Cómo podría alardear de que anuncio el Evangelio? Estoy obligado a hacerlo, y ¡pobre de mí si no proclamo el Evangelio! (1Cor 9, 16)
 En verdad les digo: Ninguno que haya dejado casa, hermanos, hermanas, madre, padre, hijos o campos por mi causa y por el Evangelio quedará sin recompensa. Pues, aun con persecuciones, recibirá cien veces más en la presente vida en casas, hermanos, hermanas, hijos y campos, y en el mundo venidero la vida eterna. (Mc 10, 28-30)
 No me avergüenzo del Evangelio. Es una fuerza de Dios y salvación para todos los que creen... El Evangelio manifiesta cómo Dios nos hace justos, es decir, nos reforma por medio de la fe y para la vida de fe, como dice la Escritura: El que es justo por la fe vivirá. (Rm 1, 16-17)
 Me envió Cristo... a proclamar el Evangelio. ¡Y no con discursos sofisticados! Pues entonces la cruz de Cristo ya no tendría sentido. Porque el lenguaje de la cruz resulta una locura para los que se pierden; pero para los que se salvan, para nosotros, es poder de Dios. (1 Cor 1, 17-18)
 Solamente procuren que su vida esté a la altura del Evangelio de Cristo. Permanezcan firmes en un mismo espíritu y luchen con un solo corazón por la fe del Evangelio. (Flp 1,27)
 Pónganse la armadura de Dios, para que en el día malo puedan resistir y mantenerse en la fila valiéndose de todas sus armas. Tomen la verdad como cinturón, la justicia como coraza; tengan buen calzado, estando listos para propagar el Evangelio de la paz. Tengan siempre en la mano el escudo de la fe, y así podrán atajar las flechas incendiarias del demonio. Por último, usen el casco de la salvación y la espada del Espíritu, o sea, la Palabra de Dios. (Ef 6, 13-17)
 Perseveren en la fe; muéstrense firmes, cimentados en ella; no se desvíen de su esperanza; tengan siempre presente el Evangelio que han oído, que ha sido predicado a toda criatura en este mundo (Col 1,23)
 Dios mismo nos ha examinado y nos ha encargado su Evangelio, y por tanto nuestra predicación procura agradar, no a los hombres, sino a Dios, que penetra los corazones. (1Tes 2,4)
 No te avergüences, pues, del martirio de nuestro Señor... Al contrario, sufre por el Evangelio, sostenido por la fuerza de Dios. Él nos ha salvado y nos ha llamado para una vocación santa, no como premio a nuestros méritos, sino gratuitamente y por iniciativa propia. Esta llamada, que nos concedió en Cristo Jesús desde la eternidad, acaba de manifestarse ahora con la aparición de Cristo Jesús, nuestro Salvador, que ha destruido la muerte y ha hecho resplandecer en su Evangelio la vida y la inmortalidad. Este es el mensaje para el que fui hecho predicador, apóstol y maestro, (2Tim 1,8-11).
Contenido de la ficha
1. Introducción al libro de los Hechos. Leemos el texto y el comentario de la ficha.
2.  Reflexionamos sobre el sentido del “subir al cielo” para nosotros (punto a); luego, ayudados por el dibujo, el punto b.
3. Proclamamos el texto del evangelio, y después de un momento de reflexión en silencio, vamos leyendo el comentario del P. Pagola citado en la ficha.
4. Hacemos la oración comunitaria
5. Preparamos nuestra conversación con los chicos.
Nota: también podemos emplear alguno de los elementos de la “meditación previa”, sobre todo lo propuesto como “gesto”.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Primer encuentro con niños

La Confirmación, ¿a qué edad? Una pluralidad de opciones: ventajas e inconvenientes