16 Señor, ¿de dónde sos?

16º encuentro de padres:  Señor, ¿de dónde sos?

Objetivo: preparar este año una Navidad “más cristiana”.
Los dos textos elegidos para esta ficha – el relato del nacimiento de Jesús según san Lucas y el de los magos según san Mateo – están ampliamente “comentados” en la propia ficha de los padres.
Lo esencial para el diálogo está en los dos apartados: 2.000 años después...

Se sugiere como “compromiso” la realización de la NOVENA DE NAVIDAD EN CASA, en torno al “pesebre” que los chicos hayan hecho (también una posible exposición de pesebres y villancicos con participación de todos los padres...).

Lecturas complementarias: ¿El Ángel del Señor le anunció a María? La audacia de Zeffirelli

Cuando el productor cinematográfico Franco Zeffirelli filmó una de sus más conocidas películas, la ya clásica "Jesús de Nazaret", muchos pensaron que se había atrevido demasiado. Si bien está concebida con una exquisita sensibilidad, sin embargo en la escena de la anunciación se ve a una candorosa María despertarse asustada a medianoche, y mientras un rayo de luz, evidentemente sobrenatural, se cuela por la ventana de su habitación, la muchacha comienza un misterioso diálogo sobre la futura concepción de su Hijo Jesús.
Pero ¿con quién habla María? Aquí viene la gran osadía de Zeffirelli: con nadie. Ella sola pregunta, y ella sola se responde, sin que aparezca ningún otro interlocutor. De un plumazo, el director italiano había hecho desaparecer al popular ángel Gabriel.
Los católicos criticaron despiadadamente a la película: era una irreverencia, una mutilación inaceptable del evangelio que atentaba contra la verdadera fe católica (no era para menos, se había suprimido a uno de los personajes más singulares del Nuevo Testamento; al infaltable ángel a quien estamos habituados a ver en cuanta pintura o escena de la anunciación tengamos a mano. A quien desde niños nos acostumbramos a mencionar cuando al rezar el  ángelus  decimos:  El ángel del Señor le anunció a María...;al comunicador más grande de la historia. SI. Zeffirelli se habla atrevido demasiado.

Cómo fue que trascendió

Pero un detalle llamó siempre la atención en la anunciación del ángel a María (Lc 1,26-38). ¿Cómo hizo Lucas, el único evangelista que lo cuenta, para enterarse? Se lo habrá contado la Virgen María, exclusiva protagonista, o alguien a quien ella se lo hubiera dicho.
Pero uno se pregunta: ¿andaría contando María sus intimidades? ¿Condice con aquella chica humilde y callada, que meditaba todas sus cosas guardándolas en su corazón (Lc 2,19, 51), el referir el diálogo secreto que mantuvieron en privado ella y el ángel? ¿Andaría alardeando con el relato de cómo entró Gabriel volando por la ventana de su casa, y que la felicitó por ser la única mujer privilegiada ante los ojos de Dios, cuando ni siquiera a José se lo quiso contar?
No sólo esto resulta dudoso. Los elementos de la narración tampoco parecen ser demasiado históricos, sino más bien vagos e indefinidos.

Para que se note el embarazo

Alguno podrá pensar que el detalle de que el ángel visitó a María "al sexto mes" del embarazo de su parienta Isabel es muy concreto, y parece ser histórico. Pero bien mirado, es un complemento literario. Si el ángel le dará como señal a María, que Isabel "a pesar de que es anciana también está embarazada", la razón del sexto mes es evidente: el embarazo de Isabel debe servirle de testimonio fehaciente, y los signos de un embarazo no saltan a la vista hasta el sexto mes. Si en el relato hubiera ido antes el ángel, María no ponía haber comprobado a veracidad del signo.
El detalle, pues, no pretende consignar una fecha histórica sino sólo tiene la intención de decirnos que las palabras del ángel eran ciertas y podían ser verificadas.
Por eso actualmente los biblistas sostienen que Lucas al narrar el hecho de la anunciación contó algo real, que en verdad  había ocurrido, pero lo hizo con una escena creada por él.

Un diálogo repetido

Que la narración es una construcción artificial se nota cuando constatamos que los elementos del diálogo entre Gabriel y María están copiados del Antiguo Testamento.
El saludo "alégrate" (v. 28) está sacado del profeta Sofonias (3, 1 4). La expresión "El Señor esta contigo" es del libro de los Jueces (6, 12), cuando un ángel se le aparece a Gedeón. "No temas" (v. 30) es la frase que el ángel Gabriel le dice a Daniel al presentársele (Do. 10, 12). "Nada hay imposible para Dios"   (V 37) lo encontramos en Génesis .18,14 cuando un ángel le anuncia a Abraham que le nacerá un hijo.
El mensaje del ángel a María "concebirás y darás a luz un hijo, al que pondrás por nombre (v. 31) es la frase del ángel a Agar, la esclava de Abraham (G 16,11). Y la continuación "el será grande y  será llamado Hijo del Altísimo, el Señor le dará trono de David, su padre, reinará sobre la casa de Jacob por los siglos, y su reino no tendrá fin 32-33) son una clara alusión a la profecía de Natán al rey David, prometiéndole en nombre de Dios un sucesor en el trono y el reinado eterno de su linaje (2 Sam. 7, 12-16).
Lucas ha recopilado así, frases importantes del Antiguo  Testamento referidas todas a
intervenciones de Dios en la historia, y con ellas ha tejido un relato sobre la más grande de las intervenciones divinas en la humanidad.

Una forma literaria

Pero los estudiosos, profundizando más todavía, descubrieron que todas las partes de esta narración responden a una forma literaria muy conocida en la literatura judía, llamada "relato de anunciación". Se trata de un esquema  fijo, estereotipado, artificial, que aparece varias veces en la Biblia. Cuando alguien quería contar que un ángel o un enviado de Dios se aparecía a algún personaje bíblico para darle un mensaje, no podía hacerlo de cualquier manera. Debía respetar un esquema ya prefijado.
Pongamos un ejemplo. Cuando alguien quiere hoy redactar una carta, generalmente empieza colocando arriba a la derecha, el lugar desde donde escribe y la fecha de emisión. Luego abajo a la izquierda el saludo al destinatario, casi siempre con la palabra "querido" o "estimado" y el nombre. Sigue el cuerpo de la carta. Y finalmente envía los saludos y coloca la firma. Dentro de ese esquema uno se expresa libremente, pero no se sale de él. Al ver estos elementos, uno se da cuenta de que está frente a una carta.

Los cinco elementos

Así como una carta tiene su "forma literaria" propia, el relato de una anunciación en la
Biblia tiene sus elementos propios y su  estructura, y ningún escritor antiguo se salía de ella. ¿Cuántos eran estos elementos? Cinco, y bien definidos.
La aparición del mensajero celeste
La turbación o el miedo del personaje
El mensaje, que el enviado trae de parte de Dios.
Una objeción, que el personaje pone y que servirá para que se aclare mejor el mensaje.
Un signo, que el ángel da al personaje para confirmarle que viene de Dios.
Cada vez que Dios realiza una "anunciación” es decir, anuncia algo a alguien mediante un mensajero, la Biblia lo cuenta siguiendo estos cinco pasos.

También a María

En la anunciación a María podemos distinguir perfectamente:
1) La aparición: "Fue enviado por Dios el ángel Gabriel" (v. 26)
2) La turbación: "Ella se asustó al oír estas palabras" (v. 29).
3) El mensaje: "Vas a concebir y dar a luz un Hijo    (v. 31).
4) La objeción: "Cómo es esto posible, si yo no convivo    (v. 34).
5) La señal. "Isabel, a pesar de ser vieja, ya está en su sexto mes de embarazo" (v. 36).

Y en muchas otras anunciaciones bíblicas pueden identificarse estos elementos.
Por ejemplo, cuando Dios le anuncia a Abraham el nacimiento de su hijo Isaac (Gn 17, 1-22), se cuenta:
         1) La aparición: "Se le apareció Yahvé" (v. 1).
         2) La turbación: "Abraham cayó rostro en tierra" (v. 3).
         3) El mensaje: "Serás padre de una muchedumbre de pueblos" (v. 4).
         4) La objeción: "Abraham... se echó a reír diciendo: ¿a un hombre de cien años va a nacerle un hijo?" (v. 17).
         5) La señal: "El año que viene, por este tiempo, Sara te dará un hijo" (v. 21).

Lucas describe la anunciación a Zacarías con iguales términos (Lc 1, 11-20):
     1) La aparición: "Se le apareció el ángel " (v. 11).
     2) La turbación; "Al verlo se turbó, y el temor se apoderó de Él" (v. 12)
3) El mensaje: "Isabel, te dará a luz un hijo" (v. 13).
      4) La objeción: "¿Cómo puedo estar seguro? Porque yo soy viejo y mí mujer también (V. 18).
      5) La señal: "Te vas a quedar mudo" (v. 20).
Si continuamos analizando otras anunciaciones como la de Agar, esclava de Abraham (Gn 16, 7-12), la de Moisés (Ex 3, 1 - 12), la de los padres de Sansón (Jueces 13, 3-22), o la de los pastores de Belén (2, 9-12), vemos que están construidas de idéntico modo.
Esto muestra a las claras que se trata de elementos artificiales, propios de un género literario.

Lo que se pretende afirmar

Así llegamos a una conclusión importante. En los relatos de anunciaciones se considera como histórico únicamente el mensaje principal el trasfondo esencial. Pero los cinco elementos de su estructura no son ciertos, ni son históricos, sino que responden a un cliché artificial.
En el caso de María ¿qué es lo que se quiere afirmar? ¿Cuál es lo central y verdadero? Lo que se busca anunciar y aclarar es la personalidad de Jesús, su ser, su figura.
Pretende decir que el niño concebido por María es el Hijo de Dios, es también el Mesías que Israel esperaba, y que en él se cumplen todas las expectativas del Antiguo Testamento.
Ahora bien, qué sucedió realmente en el momento de su concepción, cómo se enteró María de su embarazo espiritual, cómo descubrió el misterio del Hijo de Dios en sus entrañas, y las circunstancias que rodearon al hecho, no son cosas que Lucas intente contar. Y los detalles personales y psicológicos de María en su preñez quedarán sumidos en el misterio para siempre.

EI famoso miedo de María

Gracias al descubrimiento de las formas literarias, podemos comprender mejor las
afirmaciones de los evangelios.
Por ejemplo, siempre había llamado la atención de los lectores de la Biblia el hecho de la turbación de la Virgen ante la aparición del ángel. ¿Por qué se asusta? ¿Acaso no sabe distinguir a un mensajero divino, ella que tanta experiencia tenía de Dios? ¿Por qué se pregunta qué significaría su saludo, tan conocido  en el Antiguo Testamento?
Se han ensayado varias explicaciones. Para unos, seria la turbación lógica de un ser humano ante un enviado de Dios. Pero entonces deberla más bien alegrarse. Para otros seria la reacción de pudor de una muchacha que ve entrar a un hombre cuando ella está sola en su habitación. Pero a esto se objeta que los ángeles no tienen sexo. Finalmente están quienes dicen que sería la modestia de María de ver que Dios se ocupaba de ella.
Hoy sabemos que su turbación es sólo un detalle artificial que forma parte del esquema ficticio de la anunciación. Para Lucas, María tenía necesariamente que turbarse porque así lo exigía el segundo elemento del género literario. Esto indicaba que el enviado venia realmente de Dios, es decir, de una esfera trascendente.

Cuesta poco y vale mucho

Lucas no nos dejó los detalles de cómo se las arregló Dios para anunciarle a María el embarazo de Jesús, ni corno lo tomó ella, ni qué reacciones produjo En la Virgen. Sin embargo el anuncio de Dios a María es cierto. Y el SI de ella también lo es.
Todos recibirnos, cada día, una invitación parecida a la que recibió María. Una invitación a realizar algo para que el plan de  Dios se siga cumpliendo en nuestros hogares, en nuestra familia, en nuestra sociedad. Dios se introduce en la casa de cada uno como el ángel en la de María, para pedirnos colaboración. En nuestro "sí" están en juego   muchas cosas. Y con nuestro “no" se frustran  muchas otras.
Asusta pensar  cuánto dependía, para el mundo, del si de aquella aldeana de Nazaret y la repercusión que trajo para toda la humanidad. Nos abismaría igualmente si supiéramos cuántas cosas dependen de nuestros pequeños sí y minúsculos no.
María dió su sí, Jesús pudo nacer. Pero falta mucho todavía para que se cumpla la obra de salvación de Dios. El mundo no está como El lo quiere. Hay hambre, hay odio hay injusticias, hay violencia. Sigue haciendo falta, aún, nuestro sí.

¿Por qué celebramos Navidad el 25 de diciembre?

La noche grande

La noche del 24 de diciembre millones de personas en todo el mundo conmemoran, con profunda emoción, otra noche de hace dos mil años, en la que Jesucristo vino al mundo en una pobre gruta de animales.
Ninguna otra celebración religiosa, ni siquiera la Pascua que es la más importante de las fiestas cristianas, tiene la carga de ternura y de recogimiento que encierra la Navidad. Incluso ese día en muchas partes del mundo se suspenden las guerras, se conceden indultos, se saludan quienes no se hablan, y la gente es capaz de ser más amable y generosa de lo que es el resto del año. El 25 de diciembre parece, realmente, tener un toque casi mágico.
Pero Jesucristo nació en verdad en esa fecha? No. El 25 de diciembre no es la fecha histórica del nacimiento del Señor.

¿Cuál es, entonces, la fecha exacta?

Si bien es posible fijar el año de su nacimiento con bastante aproximación (que fue, paradójicamente, el año 7 antes de la era cristiana), es en cambio imposible saber el día. Porque los datos de los que disponemos resultan escasos para permitirnos averiguarlo.

El mes improbable

Pero si quisiéramos basarnos en las informaciones bíblicas debemos concluir que diciembre es el único mes en que Jesús no pudo haber nacido. ¿Por qué? Porque el evangelio de san Lucas nos dice que la noche en que él nació "había cerca de Belén unos pastores que dormían al aire libre en el campo y vigilaban sus ovejas por turno durante la noche" (2,8).
Ahora bien, teniendo en cuenta que diciembre es pleno invierno en Palestina, y que en la región cercana a Belén caen heladas durante este tiempo, además de ser la época que tiene los promedios más altos de lluvias, difícilmente se puede pensar que en ese mes haya habido unos pastores al aire libre cuidando sus rebaños. Todos ellos, rebaños y pastores, permanecen dentro de los establos. Sólo a partir de marzo, al mejorar las condiciones climáticas, suelen pasar la noche a la intemperie. Por lo tanto, si cuando nació Jesús había pastores con sus ovejas a la intemperie, es probable que haya sido cualquier mes del año menos diciembre. ¿Por qué, entonces, celebramos la Navidad el 25 de diciembre?

Tormenta en la Iglesia

Desde muy antiguo los cristianos quisieron fijar la fecha del nacimiento de Jesús para poder festejar su cumpleaños, como se hace con los seres queridos y los personajes importantes. Como no podían averiguarla se propusieron varias fechas probables.
San Clemente de Alejandría, en el siglo III, decía que era el 20 de abril. San Epifanio sugería el 6 de enero. Otros hablaban del 25 de mayo, o el ~7 de noviembre. Pero no se llegaba a un acuerdo decisivo debido a la falta de datos y de argumentos ciertos para demostrarlo, por lo que la fiesta del nacimiento del Señor se mantuvo incierta durante los primeros siglos.
Pero en el siglo IV ocurrió algo inesperado, que obligó a la Iglesia a tomar partido por una fecha definitiva y a dejarla finalmente sentada. Apareció en el horizonte una temible y peligrosa herejía que perturbó la calma de los cristianos y sacudió a los teólogos y pensadores de aquel tiempo. Era el "arrianismo", doctrina así llamada porque la había creado un sacerdote de nombre Arrio, en la ciudad   de Alejandría de Egipto.

Extraordinario, pero no divino

Arrio era un hombre estudioso y culto, a la vez que impetuoso y apasionado. Tenía la palabra elocuente y gozaba de un notable poder persuasivo. Hacia el año 315 comenzó a desplegar una enorme actividad en Egipto y sus prácticas ascéticas, unidas a su gran capacidad de convicción, le atrajeron pronto a numerosos admiradores. Pero Arrio pronto empezó a predicar unas ideas novedosas y extrañas.
¿Qué enseñaba Arrio? Su pensamiento puede sintetizarse en lo siguiente: Jesús no era realmente Dios. Era, sí, un ser extraordinario, maravilloso, grandioso, una criatura perfecta, pero no era Dios mismo. Dios lo había creado para que lo ayudara a salvar a la humanidad. Y por la ayuda que le prestó a Dios con su pasión y muerte en la cruz se hizo digno del título de "Dios", que Dios Padre le regaló. Pero no fue verdadero Dios desde su nacimiento, sino que llegó a serlo gracias a su misión cumplida en la tierra.
La teoría de Arrio fascinó la inteligencia de muchos, especialmente de la gente sencilla, para quien era más comprensible la idea de que Jesús fuera elevado por sus méritos a la categoría de Dios, que el hecho grandioso e impresionante de que Dios mismo, en persona, haya nacido en este mundo en una débil criatura
El arrianismo, en el fondo, quitaba el misterio de la divinidad de Cristo, y ponía al alcance de la inteligencia humana una de las verdades más fundamentales del cristianismo .
Eso lo llevó a abrirse fácilmente camino entre las grandes masas y a extenderse rápidamente en vastos territorios. La habilidad dialéctica de Arrio y su fogosa oratoria logró convencer no sólo al pueblo simple y a numerosos sacerdotes, sino también a dos grandes obispos Eusebio de Nicomedia y Eusebio de Cesarea.

Nace el credo

La prédica de Arrio desató una fuerte discusión religiosa dentro de la Iglesia, y los cristianos se vieron de pronto divididos por una dolorosa guerra interna.
Fue una lucha general: emperadores, papas, obispos, diáconos y sacerdotes, intervinieron tempestuosamente en el conflicto
El mismo pueblo participaba ardorosamente con disputas y riñas callejeras.
  Unos decían "Jesucristo es Dios", y otros contestaban con vehemencia: "Sí, Jesús sí es Dios" La doctrina de Arrio se expandió de tal manera que San Jerónimo llegó a exclamar “el mundo se ha despertado arriano”.
En medio de este acalorado debate, se resolvi6 convocar a un Concilio Universal de obispos para resolver tan delicada cuestión, que contaba con detractores y defensores de ambos lados. Y el 20 de mayo del año 325, en Nicea, pequeña ciudad del Asia Menor, ubicada casi al frente de Constantinopla (que era por entonces la capital del Imperio), dio comienzo la magna asamblea. Participaron unos 300 obispos de todo el mundo y fue el primer Concilio Universal reunido en la historia de la Iglesia.
Los presentes en el Concilio, en su inmensa mayoría, reconocieron que las ideas de Arrio estaban equivocadas y declararon que Jesús era Dios desde el mismo momento de su nacimiento.
Para ello acuñaron un credo, llamado el Credo de Nicea, que decía "Creemos en un solo Señor Jesucristo, hijo único de Dios, nacido del Padre antes de todos los siglos, Dios verdadero de Dios verdadero, engendrado, no creado"
Al final del Concilio de Nicea el arrianismo fue condenado, y sus principales defensores debieron abandonar los puestos que ocupaban en la Iglesia.

Apropiarse de una fiesta ajena

A pesar de la derrota, Arrio y sus partidarios no se amedrentaron. Convencidos de estar en la verdad continuaron sembrando sus errores por toda la Iglesia. Y su prédica resultó tan eficaz que siguió logrando gran cantidad de adeptos, a tal punto que unos treinta años más tarde en muchas regiones no se encontraba un solo obispo que defendiera el credo propuesto en Nicea. Se habían hecho todos arrianos.
Frente a este panorama el Papa Liberio, que gobernaba por entonces la Iglesia, comprendió que una manera rápida y eficaz de difundir la idea de la divinidad de Cristo, y así contrarrestar las enseñanzas de Arrio, era propagar la fiesta del nacimiento de Jesús, desconocida hasta ese momento.  En  efecto, si se celebraba el nacimiento del niño-Dios, la gente dejaría de pensar que Jesús llegó a ser Dios de grande.
Pero para ello había que buscarle una fecha definitiva (¿y cuál elegir, si nadie sabía a ciencia cierta qué día era?
Ante la falta de datos, alguien (no sabemos exactamente quién) tuvo una idea genial: tomar una fiesta muy popular (tomada del folclore romano), llamada "el día del Sol Invicto”.
Se trataba de una celebración pagana antiquísima, traída a Roma por el emperador Aureliano desde oriente en el siglo II, v en la cual se adoraba al Sol como al dios invencible.

Derrota de las tinieblas

¿Cómo había nacido esta fiesta en el Oriente antiguo? Es sabido que en el hemisferio norte, a medida que se va acercando diciembre (es decir, el invierno) se van acortando los días. El sol se vuelve cada vez más débil para disipar el frío. Además, sale siempre más tarde y se pone más temprano. En el cielo se lo ve brillar con menos fuerza y menos tiempo.
La oscuridad se prolonga a medida que se aproxima el invierno. Todo hace temer su desaparición. Hasta que llega el 21 de diciembre, el día más corto del año, y la gente con la mentalidad primitiva de aquella época se preguntaba ¿desaparecerá el sol? ¿1as tinieblas y el frío ganarán la partida? ¡Triste destino nos esperaría en ese caso!
Pero no. A partir del 22 los días lentamente comienzan a alargarse. El sol no ha sido vencido por las tinieblas. Hay esperanzas de que vuelva a brillar con toda su intensidad, habrá otra vez primavera, y llegará después el verano cargado de frutos de la tierra. El sol es invencible. Jamás las sombras o la oscuridad podrán apagarlo.
Se imponía el festejo. Y entonces el 25 de diciembre, después de asegurarse que los días habían vuelto a alargarse, se celebraba el nacimiento del Sol Invicto.

Un sol por otro Sol

Para los cristianos Jesucristo era el verdadero Sol por dos motivos. En primer lugar, porque en la Biblia el profeta Malaquías (3,20) había anunciado que cuando llegara el final de los tiempos "brillará el Sol de la Justicia, cuyos rayos serán la salvación" Y como ya entramos en el final de los tiempos, el Sol que brilló no pudo ser otro que Jesucristo.
También Lucas dice que "nos visitará una salida de Sol para iluminar a los que viven en tinieblas y en sombras de muerte" (1,78). Y el libro del Apocalipsis predice que al llegar los nuevos tiempos no habrá necesidad del sol, pues el astro rey será reemplazado por Jesús, el nuevo Sol que nos ilumina desde ahora (21,23).
Y en segundo lugar, porque también hubo un día en que las tinieblas parecieron vencer a Jesús, derrotarlo y matarlo, cuando lo llevaron al sepulcro. Pero él terminó venciendo a la muerte, y con su resurrección se convirtió en invencible. El era, pues, el verdadero Sol Invicto.
Estos argumentos ayudaron a los cristianos a pensar que el 25 de diciembre no debían seguir celebrando el nacimiento de un ser inanimado, sino más bien el nacimiento del Redentor, el verdadero Sol que ilumina a todos los hombres del mundo.
Así la Iglesia primitiva, con su especial pedagogía, bautizó y cristianizó la fiesta pagana del "Día natal del Sol Invicto", y la convirtió en el "Día natal de Jesús", el Sol de Justicia mucho más radiante que el astro rey. Y así el 25 de diciembre se convirtió en la Navidad cristiana.

Para enseñar a creer

La nueva fiesta del nacimiento de Jesús, pues, surgió en la Iglesia no tanto para contrarrestar el mito pagano del Sol que vence a las tinieblas del invierno, sino a las ideas de Arrio de que Jesús, al nacer, era un hombre común y que sólo después Dios lo adoptó con la fuerza de su Espíritu y lo convirtió en otro Dios.
Gracias a la celebración de la Navidad. la gente fue tomando conciencia de que quien había nacido en Belén no era un niño común, sino un Niño-Dios. Y que desde el mismo instante de su llegada al mundo residía en él toda la divinidad.
El primer lugar donde se celebró la fiesta de Navidad fue en Roma. Y pronto se fue divulgando por las distintas regiones del Imperio Romano. En el año 360 pisó al norte de África. Después, al norte de Italia en el año 390. A España entró en el 400. Más tarde llegó a Constantinopla, a Siria y a las Galias. En Jerusalén sólo fue recibida hacia el año 430. Y un poco más tarde arribó a Egipto, desde donde se extendió a todo el Oriente. Finalmente en el siglo VI fué oficialmente  reconocida bajo el emperador Justiniano.
Así la fiesta de Navidad se convirtió en un poderosísimo medio para confesar y celebrar la verdadera fe en Jesús.

La mejor fecha

El 25 de diciembre no nació Jesucristo. Es una fecha simbólica. Sin embargo no pudo haberse elegido un día mejor para festejarlo. Y si alguna vez con los futuros descubrimientos llegara a saberse exactamente qué día nació, no tendría sentido cambiar la fecha. Habría que seguir celebrando el 25 de diciembre. Porque lo que se pretendió al fijar ese día, más que evocar un hecho histórico, fué dejar un excelente mensaje.
En efecto, muchas veces cuando miramos a nuestro alrededor parece que las tinieblas nos rodearan por todas partes. Y los problemas, las preocupaciones, los dolores, los fracasos, las enfermedades parecen crecer de tal manera que uno llega a preguntarse: ¿Terminarán ahogándonos? Las injusticias, la miseria, la corrupción, la mentira, ¿lograrán sobreponerse? ¿Aumentarán tanto que llegará un día en que el mensaje de amor de Cristo desaparecerá? ¿Será vencido Jesús por tanto mal?
El 25 de diciembre es el anuncio de que Jesús es el Sol Invicto. Que jamás será derrotado.
Es el más grande grito de esperanza que tienen los hombres, y que nos recuerda que el Amor no es una utopía impracticable destinada al fracaso. Al contrario. Todo lo que se oponga a Jesús, desaparecerá. Porque Él es el verdadero Sol Invicto


Comentarios

Entradas populares de este blog

Primer encuentro con niños

La Confirmación, ¿a qué edad? Una pluralidad de opciones: ventajas e inconvenientes