2º encuentro de niños: Yo me mando a mi mismo

2º Encuentro de niños: ¡Yo me mando a mí mismo!


  El objetivo de este segundo encuentro es que el niño tome conciencia, descubra lo que puede hacer con su cuerpo, y cómo también él puede dominar, controlar, mandar las actividades de su cuerpo. Aprender a dominar el cuerpo para poder crear una actitud de silencio exterior e interior que permita escuchar.
  Este descubrimiento los ayudará a autocontrolarse en los encuentros y celebraciones, sobre todo en los momentos de escucha y silencio.

                                                      Nota:
Las distintas dinámicas de iniciación al silencio que presentamos en este encuentro son progresivas.
No se pretende que se agoten en un solo encuentro todas las posibilidades. Es importante ir descubriendo la reacción del grupo y a partir de allí continuar. Por otro lado, es importante que algunos de los ejercicios sean realizados en los siguientes encuentros a fin de ir logrando lo más importante de esta iniciación que es: “la actitud de silencio exterior e interior”.

Canción inicial:  Esta es la gente
1. Santo y seña: ¿Para qué estamos hoy reunidos?
                                 Estamos reunidos para conocernos entre nosotros y conocer más a Jesús.
2. Juegos: Una vez en el salón,  el animador explicará a los niños que en la reunión del día trataremos de conocer mejor lo que nuestro cuerpo puede hacer. Pueden realizarse juegos al aire libre (patio, terraza, jardín...) como en un salón.
  Se combinarán los juegos de manera de dar importancia a varias partes del cuerpo. Por ejemplo, a través de una canción con mímica, movemos varias partes del cuerpo:

Pollos, patos y gallinas van

Caminando por el gallinero van, bajo la mirada de su patrón
  Se van suplantando las palabras por los gestos (pollos...), y así sucesivamente hasta terminar la canción.

  También se puede proponer el juego del  robot enloquecido: comenzamos por mover todo nuestro cuerpo (manos, ojos, brazos, pies, piernas, boca, cabeza), y al dar el catequista una orden (“APAGAMOS”), deben quedar inmóviles y en silencio (repetir). Luego la orden no será total, el catequista irá indicando qué parte del cuerpo habrá que “apagar”, progresivamente, de la cabeza a los pies. Por ejemplo: apagamos la cabeza... apagamos los brazos...apagamos el cuerpo...apagamos las piernas...apagamos las manos...apagamos los pies...apagamos la boca...
  Se estimulará a los niños a ver quién puede manejar mejor su robot, tratando de lograr que el robot no los mande a ellos.
3. En grupos:  Tratar de recordar los nombres de los compañeros. Se completa la ficha 2 y se comenta el dorso (“tarea” en casa…)
4. Todos juntos:   Dios está con nosotros
Este momento es muy importante en la iniciación al encuentro con el Señor. Sin embargo no les hablaremos a los chicos de manera tal que encuentren en esto algo radicalmente nuevo. Por el contrario, el paso debe ser imperceptible, de modo que empiecen a hablar de Dios de una manera natural y espontánea. En clima de silencio, el catequista anuncia a través del canto:
Dios está aquí, tan cierto como el aire que respiro, tan cierto como la mañana se levanta,
tan cierto como yo lo amo y él me ama a mí.
Y sigue la reflexión en el mismo tono, mostrando cómo Dios está presente en medio de nosotros, especialmente cuando nos reunimos en su nombre, como en este momento, y hacemos caso a lo que él nos va diciendo. La alegría, la oración, el silencio, los juegos que compartimos con amor en estos encuentros nos hicieron sentir la presencia de Dios en medio nuestro.
Lo importante es que a través de esta reflexión se vaya creando un clima en el cual los chicos, en silencio, puedan decirle algo a Dios.
5. Oración (en la ficha)
       
  Santo y seña:  ¿Cómo nos damos cuenta de que somos libres?
                             Nos damos cuenta de que somos libres porque podemos mandarnos a nosotros mismos
   Otro esquema posible
Numerarse del 1 al 6. Se reúnen los niños por grupos numéricos con cada animador. Juegos varios por grupos:
  * Caminar con una taza plástica sobre la cabeza
  * Llevar una naranja o algo parecido en una cuchara (puede hacerse tipo juego de RELEVOS)
  * Teléfono descompuesto
  * Para salir, formar un tren entre todos, caminando por las vías... van saliendo.

1. Reunimos a los chicos fuera de la sala de reunión
Les decimos, por ejemplo, que cuenten cuántas ventanas, cuántos escalones, cuántas columnas, cuántos asientos y cuántas luces hay.
Por supuesto que todos estos detalles dependen del lugar
donde realicemos el encuentro.
- Los llamamos uno por uno y van entrando
- Conversamos sobre las cosas que observaron
- Escuchamos los ruidos de afuera
Tratamos de que escuchen los ruidos de afuera repetidas veces y cada vez con más atención.
Llamamos la atención sobre la posibilidad de oír hasta los ruidos más leves.
- Comenzamos a escuchar los ruidos de adentro
siguiendo el mismo sistema escuchamos con atención los ruidos
de adentro de la sala: ruidos de asientos, toses, zapatos que raspan
el suelo, algunos niños que ríen, ruido de ropa que se mueve...
Varias veces los podemos animar en esta actividad, mientras
 les decimos: Escuchen bien..., fíjense... Después de unos minutos pasamos al siguiente punto.
2. Destacar la importancia del crecimiento
Tratamos de tomar de los mismos chicos la experiencia de crecimiento.
+ El crecimiento físico: son cada vez más altos, tienen más fuerza,
son capaces de hacer cosas complicadas... Abundar en ejemplos y dejar que los mismos niños cuenten su experiencia.
+ El crecimiento en la comprensión: en la escuela aprenden más
que el año pasado. Las tareas cada vez son más difíciles, hacen sumas complicadas, etc.  Aprender es una manera de crecer.
+ El crecimiento en la independencia y la responsabilidad: ayudan
a los padres, hacen los mandados, son más prudentes en todo,
saben cruzar la calle, cuidar a los hermanos.

3. Una experiencia de dominio del cuerpo

Me dirijo a los chicos: Ahora vamos a demostrar que, como fuimos creciendo, por eso ahora podemos dominar nuestro cuerpo. Vamos a darle órdenes para que se calle y se mueva cuando nosotros lo queramos...
Les sigo diciendo: Todavía podemos estar más en silencio
y escuchar mejor los ruidos... Atiendan bien porque les voy a indicar cómo tenemos que hacer para que todo el cuerpo esté en silencio... Todo: los pies, las manos, las rodillas, la espalda...
Todo, no sólo la boca. Ya van a ver..., pero todos me tienen que prometer que lo van a hacer bien, así como yo se lo voy a enseñar...
Continúo: Fíjense, chicos: en algunos de ustedes los pies
o las manos mandan más que ustedes mismos. Las manos,
las piernas o los pies hacen lo que quieren y eso no puede ser... Tenemos que aprender a darles algunas órdenes a los pies
y a las piernas para que obedezcan... Les vamos a dar órdenes
con el pensamiento. Primero lo voy a hacer yo. Ustedes miren bien porque así aprenden. Después, cuando yo les diga, lo van a hacer ustedes...

Tomo una silla y la pongo a la vista de todos, bien al frente,
y me siento. Tiene que ser una silla sola, sin pupitre ni mesa adelante, para que vean bien todo el cuerpo. - Entonces, sigo hablándoles: Bueno..., estoy sentado y empiezo a dar órdenes a todo mi cuerpo... Fíjense bien: con e! pensamiento primero les doy la orden a los pies de que no se muevan... Y los pies no van a mandar más que yo.
Me tienen que obedecer... ¿ Ven? Los pies se quedan quietos
y no se mueven más hasta que yo les diga... Ahora doy la misma orden a las piernas y a las rodillas..., a las manos les ordeno descansar sobre las rodillas y a la espalda que se apoye bien
en el respaldo. Ahora, la cabeza...
(así voy inmovilizando todo el cuerpo poco a poco; lo hago lentamente para que los niños vean bien).
Todavía me falta dar la orden a los ojos de cerrarse
y a la cabeza de inclinarse (lo hago)... La última orden que doy
es a la boca... Así ya di órdenes a todo mi cuerpo para que esté bien
en silencio. Fíjense bien cómo lo hago y me quedo así un ratito 
(me quedo así unos segundos).
    Bueno..., doy una orden general a mi cuerpo de moverse.
Así no está más en silencio... (me levanto y me muevo un poco).
Ahora vamos a ver cómo aprendieron a hacerlo. Lo realizaremos todos juntos. Veamos..., prepárense: el cuerpo flojo,
no se endurezcan.

Doy comienzo a la actividad. Repito las órdenes invitando
a los niños a hacer lo mismo en su interior. A los que todavía mueven los pies o las manos o las piernas, les hago notar que son ellos
los que tienen que mandar y no sus pies, manos o piernas. Lentamente los niños se van inmovilizando. Debo tratar de que lleguen
hasta el final, es decir, hasta ordenar que los ojos estén cerrados,
la cabeza baja y la boca cerrada.
La primera vez puede costar un poco porque algunos se ríen
o levantan a cabeza para mirar... Les hago notar que a ellos los manda la boca o los ojos, y eso no puede ser... Trato de que estén
un momento en silencio e inmovilidad total. Para no crear un clima
de tensión, sí algún niño, por ejemplo, tose o se le cae algo al suelo,
hay que explicarles que ninguna de estas cosas les impide que hagan silencio en su corazón. Termino diciéndoles:
Ahora, miren hacia aquí y den una orden al cuerpo
de estar alto... Lo hicimos muy bien; en la próxima reunión
lo vamos a hacer mucho mejor.

4. Un juego
Si los chicos han participado y logrado los ejercicios anteriores,
se puede realizar el siguiente juego:

El catequista indica que pongan sus manos en las rodillas.
A partir de allí, cuando él diga una determinada palabra o número clave, realizan distintos movimientos de manos, piernas, o pararse - sentarse, etc. Se puede hacer entre equipos o bien individualmente.
El que pierde queda eliminado.
La consigna para los chicos es que no deben equivocarse,
sino que deben hacer el movimiento correspondiente a cada palabra clave. Gana el chico o equipo que llega al final sin haberse equivocado, o con menos bajas. El que dirige el juego puede equivocarse a propósito, o bien cambiar el ritmo del juego.
Este juego tiene por finalidad hacer descubrir a los niños
que son capaces de participar de él porque han crecido:
tienen dominio de su cuerpo y son capaces de atender.
El objetivo de esta dinámica es motivar en los chicos
el uso de la imaginación (ver en nuestro interior).

a. Reúno a los niños fuera de la sala de reunión
En la sala o aula las cosas van a estar cambiadas de lugar.
Hago observar qué cosas están cambiadas de lugar.
b. Adentro conversamos sobre las cosas
que están cambiadas de lugar
Comprobamos si han observado los cambios efectuados
en el lugar. Los animamos para que se fijen bien. Podemos hacer salir a uno y cambiar cosas de lugar para que adivine.
c. Hacemos ejercicios de escucha y atención
Luego del ejercicio de ver se pasa a la experiencia de audición.
Se puede realizar cualquiera de los ejercicios de los encuentros anteriores, pero aumentando progresivamente los tiempos de silencio absoluto. Además, se realiza el siguiente juego:

Detrás de un biombo o cortina (en una habitación contigua) se hacen caer sucesivamente distintos objetos y por el ruido que producen,
los niños deben adivinar de cuál se trata (una cuchara, un trozo
de madera, una piedra, un vidrio...).
También, uno de los catequistas o una persona designada,
por ejemplo, uno de los chicos, puede salir del lugar para realizar ciertos ruidos ya planeados (martillo, silbato). En este caso,
es conveniente aprovechar la habilidad de ciertos niños para imitar gritos, ruidos o voces (como el andar de un tren, el canto de un pájaro, etc.).
d. Damos órdenes a todo el cuerpo para que esté en silencio
Repetimos lo que hicimos al final de la reunión pasada.
En esta oportunidad —como ya lo aprendieron— realizamos
la actividad todos juntos. Si la encaramos con lentitud y seriedad
desde el primer momento, ahora no tendremos dificultades.
Trato de que permanezcan un buen rato en silencio total.
e. Vemos y oímos en nuestro interior
Se pide a los chicos que vean y oigan cosas o sucesos que no están
en ese momento presentes ante ellos; es decir, que hagan uso
de su imaginación. Para esto, se les pide que cierren los ojos
y se preparen para ver. Por ejemplo: su casa, el momento en que llegan, el abrir de la puerta, la mamá y la tarea que está realizando,
el papá que regresa del trabajo, el colegio, el recreo, los juegos, etc.
Buscar poco a poco el detalle, los colores, los matices, la descripción. Los mismos niños pueden continuar diciendo lo que ven.
Una vez realizado esto, se les pide que vuelvan a prestar atención. Ahora que vimos nuestra casa, el colegio, la plaza, vamos
a tratar de usar nuestro oído... Escuchen.., la voz de mamá o papá,
lo que les está diciendo (“volvé enseguida”, “no te desabrigues”, “portáte bien”, “atendé al catequista”), nuestro perro ladrando, el gato, el canario, los ruidos de la gente que sale a hacer las compras,
 la voz de mis amigos, etc..
Que los chicos cuenten, a su vez qué otras cosas escucharon.

                f. Un ejercicio de tacto
El catequista les explica: Vemos y oímos en nuestro interior, podemos pensar en muchas cosas que ahora no están aquí presentes
porque tenemos su “imagen” en nosotros.
Si hay tiempo se puede hacer este otro ejercicio (el del tacto).
Para confirmar el hecho de estas imágenes interiores, realizamos
el siguiente ejercicio: Se vendan los ojos a uno de los niños, y se le hace tocar un objeto cualquiera (un lápiz, un libro, un pedazo de madera,
una tiza, otro chico...). Luego debe decir de qué objeto se trata.
Se repite la experiencia con otros niños, todas las veces que resulte conveniente.
                                                                 5. Otros juegos posibles
Desde aquí en adelante podemos hacer con los chicos uno o varios juegos más. Luego, si las condiciones y el clima están dados,
pasamos directamente a nombrarles a Jesús de modo explícito.
Lo que nos determinará o no a hacer otros juegos será el grado
de madurez que notamos hasta el momento, a través de la iniciación
al silencio. Si los chicos realizan el “gran silencio” con naturalidad , podemos considerar que en ellos ya se da el grado de disponibilidad necesaria para proseguir nuestra catequesis. Si no es así,
será conveniente buscar nuevos recursos para favorecer esa actitud.

Esto indica que la iniciación al silencio se puede alargar
una o dos reuniones más. Entre los recursos con los que podemos contar señalamos los siguientes:
- escuchar algunos ruidos especiales con los ojos cerrados y los oídos abiertos: golpes de nudillos, pasos, golpes intermitentes sobre
una madera, etc;
+ repetir los ejercicios de imaginación, tratando de hacerlo cada vez más en silencio;
+ ejercicios de atención y de dominio en el uso de los pies, las manos, etc.; caminar por un lugar determinado; trasladar objetos de un lado
a otro, sin que se escuche ruido; entrar y salir cerrando la puerta; responder al llamado que el catequista hace en voz baja ubicándose
en el lugar que se le indica.

Los ejercicios y juegos que preparan al silencio son muy útiles y necesarios porque los chicos van aprendiendo a sentirse responsables de su Silencio. Este es el camino más adecuado
para una iniciación a la oración. Obtenido este silencio,
que ya comienza a ser oración, los niños permanecerán con los ojos cerrados aunque se mueva una silla de la sala o se abra una puerta.

El catequista ha de ser el primero en mantener el clima
no impacientándose ante ninguno de estos pequeños imprevistos. 

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