27 Domingo de Ramos



Ficha 27: No hay mayor amor que dar la vida

Escándalo y locura

Los primeros cristianos lo sabían. Su fe en un Dios crucificado sólo podía ser considerada como un escándalo y una locura. ¿A quién se le había ocurrido decir algo tan absurdo y horrendo de Dios? Nunca religión alguna se ha atrevido a confesar algo semejante. Ciertamente, lo primero que todos descubrimos en el crucificado del Gólgota, torturado injustamente hasta la muerte por las autoridades religiosas y el poder político, es la fuerza destructora del mal, la crueldad del odio y el fanatismo de la mentira. Pero ahí precisamente, en esa víctima inocente, los seguidores de Jesús vemos a Dios identificado con todas las víctimas de todos los tiempos.
Despojado de todo poder dominador, de toda belleza estética, de todo éxito político y toda aureola religiosa, Dios se nos revela, en lo más puro e insondable de su misterio, como amor y sólo amor. No existe ni existirá nunca un Dios frío, apático e indiferente. Sólo un Dios que padece con nosotros, sufre nuestros sufrimientos y muere nuestra muerte.
Este Dios crucificado no es un Dios poderoso y controlador, que trata de someter a sus hijos e hijas buscando siempre su gloria y honor. Es un Dios humilde y paciente, que respeta hasta el final la libertad del ser humano, aunque nosotros abusemos una y otra vez de su amor. Prefiere ser víctima de sus criaturas antes que verdugo.
Este Dios crucificado no es el Dios justiciero, resentido y vengativo que todavía sigue turbando la conciencia de no pocos creyentes. Desde la cruz, Dios no responde al mal con el mal. “En Cristo está Dios, no tomando en cuenta las transgresiones de los hombres, sino reconciliando al mundo consigo” (2 Corintios 5,19). Mientras nosotros hablamos de méritos, culpas o derechos adquiridos, Dios nos está acogiendo a todos con su amor insondable y su perdón.
Este Dios crucificado se revela hoy en todas las víctimas inocentes. Está en la cruz del Calvario y está en todas las cruces donde sufren y mueren los más inocentes: los niños hambrientos y las mujeres maltratadas, los torturados por los verdugos del poder, los explotados por nuestro bienestar, los olvidados por nuestra religión.
Los cristianos seguimos celebrando al Dios crucificado, para no olvidar nunca el “amor loco” de Dios a la humanidad y para mantener vivo el recuerdo de todos los crucificados. Es un escándalo y una locura. Sin embargo, para quienes seguimos a Jesús y creemos en el misterio redentor que se encierra en su muerte, es la fuerza que sostiene nuestra esperanza y nuestra lucha por un mundo más humano. José Antonio Pagola

1. Recordamos entre todos lo vivido en la semana santa, lo que más nos llegó… Hoy vamos a profundizar en la pasión del Señor.

2. Comenzamos leyendo el número 1, y 2 de la ficha y comentamos el dibujo de Fano.
3. Nos repartimos la lectura de los números 1 al 7 del apartado 4 de la ficha. Vamos leyendo cada texto y reflexionamos en base a las preguntas que lo acompañan.

4. Resumimos con la lectura del punto 3. Después del párrafo final, damos un tiempo de reflexión en silencio para elaborar una respuesta personal a la Palabra, que podemos compartir en el grupo.

5. La lectura de “Mi Cristo Roto” (27-2) la podemos hacer entre dos personas: una las palabras del Cristo (en negrita) y otra(s) las palabras en cursiva.

Terminamos con un momento de oración , por ejemplo así:
Fortalecidos por la palabra y por el ejemplo de Jesús, pidamos a nuestro Padre del cielo que el sufrimiento y la muerte de su Hijo dé fruto en nosotros y en todos los hombres. Y digamos; R/ Ten piedad de tu pueblo, Señor.
1. Por una Iglesia servicial, que sea fiel y no tenga miedo a predicar a todos la Buena Nueva de la cruz y resurrección de Jesús, roguemos al Señor:
2. Por todos los cristianos, para que aprendamos a seguir a Jesús en su forma de servicio y en su negación de sí mismo para llevar alegría y esperanza a los que nos rodean, roguemos al Señor:
3. Por una sociedad mejor y más honesta, en la que nadie sea oprimido y en la que la gente se preocupe por los otros, roguemos al Señor:
4. Por los destrozados y desalentados, para que de nuevo encuentren a Jesús que continuó, solo y con dolor, en su camino de sufrimiento, y experimentó la alegría de la resurrección, roguemos al Señor;
5. Por los que se encuentran cara a cara con la muerte, para que se sientan fortalecidos por la presencia de Jesús, el Señor, y por el apoyo y ánimo de sus seres queridos, roguemos al Señor:
6. Por todos nosotros, para que los próximos días de Semana Santa sean tiempo de gracia y nos acerquen más y más a Cristo Jesús, roguemos al Señor: R/ Ten piedad de tu pueblo, Señor.
Oh Dios y Padre nuestro: Escucha nuestras súplicas, y ayúdanos a comprender el lenguaje de confianza y misericordia, de reconciliación y perdón, de libertad y comprensión, por Jesucristo nuestro Señor.
Introducción al Padrenuestro
Jesús pidió al Padre fortaleza para cumplir su voluntad. Nos unimos a él en su oración confiada.
R/ Padre nuestro…
Líbranos, Señor, del pecado y de toda clase de mal, y danos tu perdón y tu paz.
Con tu misericordia, da esperanza y amor a los abandonados y agonizantes a causa de sus cruces.
Llévanos a todos hacia delante con esperanza hacia la plena venida entre nosotros 
de nuestro Señor y Salvador, Jesucristo, que vive y reina por los siglos de los siglos.

Oración final
Padre bondadoso: 
En esta celebración del Domingo de Ramos, queremos aprender de tu Hijo Jesús 
a guardar viva nuestra esperanza en ti, y a continuar caminando hacia adelante animosos 
por nuestro camino en la vida aun desconociendo qué nos deparará el futuro
o cuándo tendremos que cargar pesadas cruces; porque confiamos en ti, 
y sabemos que un día resucitaremos, por encima de nuestras miserias, a una vida de alegría sin fin,
por el poder de Jesucristo nuestro Señor.

Bendición
Jesús vivió por nosotros, Jesús murió por nosotros.
Acompañémosle durante esta Semana Santa en su camino hacia la cruz, para que él nos acompañe siempre en nuestro camino de servicio y entrega a Dios y de los unos a los otros.
Para ello, que la bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo descienda sobre nosotros y nos acompañe siempre.


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